Ya diste el viejazo, primo

 

Más de 10 por ciento de la población en México pertenece a la tercera edad


¿Qué te pasa?, preguntó Gervasia al abuelo Ciriaco, quien empalideció, se tocó la cadera y apenas musitó: Es que… Creo que ya me dio un torzón. Como que si me congelaron las piernas… Andaban en el súper, haciendo la despensa. A los nietos los encandilaron para que se entretuvieran en La Jungla, trepando a la diversidad de escaleras que ofrece, para luego lanzarse sujetos a las lianas para evadir el remedo de río, cascada, catarata. Pero al abuelo no hallaron dónde dejarlo y se hizo cargo del carrito que fue acumulando ajos, chiles, jitomates, cebollas, pollo, bisteces, latas, cereales, las croquetas de los perros…

-A ver, ven a que te sientes; creo que te contracturaste…

Apenas podía dar paso, hasta que por fin hallaron un banquillo en el área de ropa.

-Me duele la cadera, entre las primeras vértebras –musitó. El sudor perló su frente, la mente se le obnubiló por el profundo dolor que le atenazó desde la cadera izquierda, descendió por la pierna y se estacionó en la rodilla hasta diseminarse por la planta del pie. –Haz de cuenta que piso sobre tachuelas, hija. Duele un friego…

–Ya diste el viejazo, pa –dijo Gervasia–. Pérate aquí, voy a la farmacia por algo contra el dolor.

Ciriaco tomó asiento y sintió pasajero alivio. Se descubrió, a querer o no, entre las personas de más de 60 años, cuyo número que de aquí al año 2050 aumentará de 600 millones a casi 2,000 millones. Es decir, por primera vez en la historia de la humanidad habrá más adultos mayores de 60 años que niños. En la actualidad, más de 10 por ciento de la población total en México pertenece a la tercera edad… Más de 14 millones minusvaluados, sin oportunidad de empleo, carentes muchos de seguridad social, pensión, incluso, sin lo elemental para los gastos funerarios… En la Ciudad de México, por cada 100 menores de 15 años existen más de 50 por ciento de adultos mayores, si a las cifras del último censo nos atenemos.

Ciriaco sintió que el dolor cedía. Incluso merodeó en el área de Deportes: si me compro algo para hacer ejercicio; sin chamba, paso mucho tiempo sentado; falta que me pase algo grave y ni cómo bajar el bote de la basura, ni acomedirme a faenas pesadas…

Recordó la oferta del Wicho Martínez, su primo; son casi de la misma edad: ¿Qué haces ahí de arrimado con tu hija sin hacer nada? Vente al Bodegón; fui con el gerente y me dieron chance de acomodar las compras de los clientes en las bolsitas. De granito en granito llena la gallina el buchecito: un pesito, dos de propina y ya llego con algo a la casa, cuando menos para mis gastos; ni quién te acuse de mantenido, primo: luego se deprime uno y hasta cáncer agarras, ¿qué necesidá? Ciriaco preguntó por las prestaciones de ley, por un sueldo base que se complemente con las propinas. De por sí propenso al amargor y a la ironía, Wicho reviró:

-Ay, primo: ves el temblor y no te hincas… Date de santos que no nos queman, como madera apolillada. Ya no la quieras con trenzas, agradece aunque sea pelona esta vida…

-Como dices que además de embolsar te ponen a acarrear mercancía de la bodega, o te ponen a limpiar pisos, acomodar productos en la estantería. Yo soy chofer con licencia de conductor de primera, puedo manejar transporte público federal y…

-¿Y por qué no lo haces, Ciri? Despierta, hombre: pues porque ya diste el viejazo, ¿quién quiere contratar alguien al que en cualquier momento le pega un infarto, se le descompone el espinazo, le sube el azúcar por un susto en la carretera? Mejor vente con los agüelos y déjate de orgullos que ni de comer dan, pues… Ora en Navidá y en Año Nuevo no me fue tan pior.

Ora que, si quieres estar de atenido… Enviudaste, no te has querido conseguir otra domadora; alguien que cuando menos te despida y te reciba cuando vayas y vengas de la chamba que logres conseguir. No es de humanos estar sin alguien que te caliente los pies en la noche, quien te cuente y a quien le cuentes cómo te fue durante el día…

-Cada quien su vida, Wicho. Cada quien sus necesidades. Y respetando las vidas ajenas, el sentir de cada quien, Wicho, ¿cuándo me ando metiendo en lo tuyo, queriendo enderezarte, si chueco ibas desde chavalo?

Ya diste el viejazo. Un amargor le invadió el paladar. Subió a una bicicleta fija y pedaleó. Estiró un juego de ligas. Por temor a caer no trepó a la banda de la cardio.

Cogió las ligas y fue en busca de su hija. Se toparon en el pasillo de Juguetería. “Viene el cumpleaños de la Elsi, creo que de una vez le llevó algo antes que no tenga con qué y me vería mal: es mi ahijada, pa. Mira, me recomendaron este desinflamante: trae una botella de agua y a la salida te lo tomas y luego vas al dispensario médico de la iglesia, para que te revisen”.

-¿Qué quieres que me revisen, m’hija? Es el viejazo, como dice el Wicho… Uno va que vuela para inservible -dijo Ciriaco en un tono que quiso ser chistoso.

-Ay papá, no te tires al suelo porque no habrá quien te levante. Mejor empuja el carrito y vamos a las cajas, ya es tarde…