Descaro Presidencial

Así lo hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y nadie se puede oponer a sus designios porque será defenestrado
Vladimir Galeana Publicado el
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Permítame señalar que el señor Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador ha perdido cualquier vestigio de pudor y ahora asume a cabalidad una faceta en la que el cinismo es parte importante del mensaje, de su actitud pendenciara, y de sus ocurrencias de gobierno. Y esto no es algo nuevo, lo ensayó durante su permanencia al frente del Gobierno de la Ciudad de México, en la que pese a las oposiciones legales que había para la construcción de los Segundos Pisos, simplemente se dedicó a satisfacer sus deseos sin solicitar siquiera permiso a particulares y al órgano legislativo.

Si algo le tenemos que reconocer es que su capacidad política le ha servido también para la formación y conformación de fuerzas políticas en torno a su proyecto personal, como fue el caso del Partido de la Revolución  Democrática, el partido formado por “El Hijo del Tata”, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien se entregó a sus ansias de contender por la Capital del País, recibiendo tremenda ayuda de Rosario Robles, quien pagaría 470 millones de pesos a Televisa para levantar su campaña. En correspondencia ahora la tiene y mantiene en la cárcel, lo que evidencia lo bien agradecido que es.

Si algo podemos decir es que el Proyecto Político de Andrés Manuel López Obrador es el propio Andrés Manuel López Obrador. Así de sencillo, y ay de aquel o aquella que en estos tiempos ose señalar aspiraciones presidenciales, porque lo esperado es que el señor siga con el intento de la Revocación de Mandato como la forma de provocar que la gente señale que el mismo tiene y debe seguir al frente del país. Así lo hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y nadie se puede oponer a sus designios porque será defenestrado.

Hasta ahora la decepción de los sectores pensantes del país ha sido alta, aunque los menesterosos que reciben beneficios gubernamentales tengan una percepción distinta. Pero una muestra de su disposición para con los delincuentes a su proyecto fue lo que exclamó ante la ansiosa petición de una mujer de que enviara al Ejército para combatir a los delincuentes, recibiendo por respuesta que también son pueblo bueno y sabio, y que el Ejército no reprimirá al pueblo, y que los delincuentes también son o arte del pueblo. Para decirlo de otra forma, el señor Lopez Obrador tiene el razonamiento al revés de cómo lo tenemos los mexicanos.

Y eso quiere decir que su proyecto de gobierno está encaminado hacia la imposición de un proyecto de contracultura para terminar de una vez por todas ante los desafíos que aún recibe de los integrantes de los partidos de la oposición, y que en el corto plazo estructurará una estrategia de amnistía para quienes hayan delinquido de una u otra forma, o que hayan causado mal a sus semejantes, con lo que los peligrosos delincuentes del ahora, los sicarios, ladrones, violadores, asaltantes, y cuantas ocurrencias más tenga, podrán amnistiarse para engrosar las filas de la Cuarta Transformación como hombres y mujeres de bien.

La magnanimidad del señor López Obrador va en sentido inverso de lo que señalan las leyes que nos hemos dado los mexicanos para mantener nuestra cohabitabilidad, el problema es que también cambiarán los principios y los valores porque ahora estaremos condenados a ser igualados con los delincuentes, estafadores, asesinos, y políticos ladrones de esa mal llamada Cuarta Transformación. Vaya con él monstruo  que estamos construyendo. López Obrador no es un estadista, es un pendenciero compulsivo que miente por necesidad. Esa ha sido su vida. Al tiempo. Vladimir.galeana@capitalmedia.mx

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