El circo campechano

El circo campechano
 

A 16 años de distancia y con un capital político aún favorable, Ricardo Monreal juega una de sus últimas cartas en el partido que ya le pidió una vez que se disciplinara cuando compitió por la Jefatura de Gobierno


Dobleces |

Por Israel Mendoza Pérez

@imendozape

La confrontación de “mal gusto” iniciada por Layda Sansores contra el senador Ricardo Monreal, exhibe un discurso de doble cara. El partido nacido para renovar y purificar la vida pública, normaliza la ilegalidad. La exhibición de audios obtenidos de manera ilegal y ahora charlas vía WhatsApp revuelca la “superioridad moral” y la arrastra al arrabal.

El artículo 16 constitucional establece que todas las comunicaciones privadas son inviolables, salvo que exista un mandato judicial que ordene intervenirlas. De esta manera, la gobernadora de Campeche se convierte en la presentadora de un circo que incluye el escándalo y lo adereza con ventrílocuos. A eso llevó la lucha entre las “corcholatas” presidenciales de Morena. Esto pone a Ricardo Monreal en el punto sin retorno. El senador solo tiene el respeto del presidente. Layda, el cariño y la amistad.

La lealtad política profesada por Ricardo Monreal al proyecto de la cuatroté es firme, pero tiene diferencias abismales. Su proyecto lo comenzó a construir con la base de la reconciliación nacional, pero la obediencia ciega de Layda Sansores la lleva al extremo de la ilegalidad, la burla y el rompimiento.

El presidente Andrés Manuel López Obrador se volvió a pronunciar respecto a la confrontación pública entre la gobernadora Layda Sansores y el senador Ricardo Monreal, haciendo un llamado a la unidad y a evitar la politiquería.

“Yo quiero ser el presidente de la reconciliación, para aminorar los efectos de la confrontación”, expresa el zacatecano, al tiempo que también presume que es un político hecho sobre la adversidad dentro de un sistema político lleno de escollos. Layda Sansores es la expresión máxima del acomodo político. Ella está acostumbrada a ver a un partido político como bolsa de trabajo. Eso pasó con el PRI, PRD, y el eventual coqueteo con Vicente Fox desde el círculo de izquierdistas que se pretendieron colgar de la primera alternancia en el país.

“Lo que me detiene aún en Morena es mi respeto por el Presidente de la República, porque él y yo iniciamos hace 26 años esta lucha, y no voy a salir por la puerta trasera de Morena, y no puedo admitir ser traidor porque piense distinto”, expresó el senador.

Para los comicios federales de 2006, Monreal Ávila acarició la idea de ser candidato a la presidencia por el PRD, ya que dejó el gobierno de Zacatecas con un 78 por ciento de aprobación. Dispuesto a pelear el lugar a Andrés Manuel López Obrador, recién desembarcado de la travesía que se convirtió la Jefatura de Gobierno. Monreal se institucionalizó y sacrificó sus intereses políticos en favor la causa que en ese momento era la reconstrucción del partido del sol azteca.

A 16 años de distancia y con un capital político aún favorable, Ricardo Monreal juega una de sus últimas cartas en el partido que ya le pidió una vez que se disciplinara cuando compitió por la Jefatura de Gobierno. “Ni busca chambas” ni un “ambicioso vulgar” son términos utilizados por el zacatecano en distintos momentos que lo han obligado a sumarse a otro proyecto. Ahora, va con movimientos precisos a buscar la candidatura, la peleará desde adentro del propio sistema. Ese es el nuevo adversario.