“El Evangelio de san Marcos”

 

Ver y Creer | El autor del primer Evangelio, el joven Juan Marcos, nació en Cirene alrededor del año 15. Hijo de una mujer de Jerusalén en cuya casa solían reunirse las primeras comunidades cristianas, fue discípulo de san Pedro. El libro de los Hechos de los Apóstoles refiere que san Marcos acompañó a su […]


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El autor del primer Evangelio, el joven Juan Marcos, nació en Cirene alrededor del año 15. Hijo de una mujer de Jerusalén en cuya casa solían reunirse las primeras comunidades cristianas, fue discípulo de san Pedro.

El libro de los Hechos de los Apóstoles refiere que san Marcos acompañó a su primo san Bernabé y a san Pablo en su primer viaje misionero por Antioquia, de donde regresaron a Jerusalén para luego volver a embarcarse a Chipre. También viajó a Roma acompañando a san Pedro, quien solía referirse a él como “Hijo mío” por su relación filial espiritual. Marcos escribió su evangelio entre los años 64 y 67; lo comenzó en Antioquía y lo concluyó en Roma, durante la prisión de Pedro en plena persecución de Nerón.

Tras la muerte de Pedro, Marcos se embarcó hacia Aquilea, donde se desempeñó como obispo y luego marchó a Egipto, donde fundó la iglesia de Alejandría, de la que fue primer obispo. Allí también murió luego de convertir a muchos, durante unas festividades paganas que coincidieron con la Pascua, linchado por una muchedumbre exaltada que irrumpió en la celebración de la santa Misa, le ató cuerdas al cuello y lo arrastró por las calles. Marcos murió al día siguiente, el 25 de abril del año 68. Los cristianos embalsamaron su cuerpo y lo colocaron en un sarcófago de piedra, en Alejandría.

En el año 829, dos comerciantes venecianos trasladaron el cuerpo de Marcos a la ciudad de Venecia, por su cercanía con Aquilea, el primer lugar que él evangelizó. En el año 836 se consagro allí la primera iglesia erigida para albergar sus restos-reliquias, a partir de la que posteriormente se desarrolló la actual basílica de San Marcos y catedral de Venecia.

Como discípulo que fue de san Pedro, su relato lo escribió a partir de los dichos que escuchaba en torno a los acontecimientos que el mismo Pedro narraba, junto con los primeros cristianos, vividos por ellos mismos en compañía del Señor.

El Evangelio, lo escribió Marcos para romanos, griegos, sirios, fenicios; para otros pueblos y para otras culturas, las de su tiempo y las generaciones que habrían de llegar después, con los siglos; y lo escribió pensando en lectores que no tendrían suficientes conocimientos del Antiguo Testamento ni de la religiosidad judía, y es por esto que, cuando es necesario, él mismo explica, a manera de citas de autor, el sentido de los rituales judaicos, y traduce las expresiones locales.

Leer el Evangelio de Marcos es más sencillo que leer a Mateo, Lucas y Juan por ser el más breve y porque al acentuar la humanidad de Jesús, le resulta más fácil al lector imitar al Señor desde su humanidad que desde su divinidad. Cristo es el modelo a seguir e imitar, con el vehemente propósito de ir más allá de la imitación hasta lograr configurarse con Él. Tratar de ser como Dios es tarea imposible, pero intentar ser como Jesús, el hombre ideal, es una aventura más sencilla de emprender conociendo el Evangelio conducidos por la mano del evangelista san Marcos.

 

Por: Roberto O’Farrill Corona