El purgatorio

El purgatorio
 

Necesitamos menos soberbia y más empatía, profesionalismo y humildad de nuestro Gobierno para enfrentar esta crisis de salud en el -desafortunadamente- largo periodo de transición al paraíso de la inmunidad.


Por: Juan Carlos Zepeda*

En la Divina Comedia de Dante Alighieri el Purgatorio es el segundo de los tres cantos, precedido por el Infierno y al que le sigue el Paraíso. En él, las almas expían los pecados que no pudieron confesar antes de morir. Dicho de otra manera, es el lugar en donde sucede una última purificación antes de poder entrar al Paraíso, algo parecido al periodo en el que estamos, entre lo peor de la pandemia y la esperanza de la vacunación masiva y universal.

Lo que nos tiene a todos en vilo es justamente entender con mayor precisión cuál va a ser ese lapso, mientras que el Gobierno Federal ha echado las campañas al vuelo señalando victoriosamente que la llegada de las (pocas) vacunas a México es “el principio del fin de la pandemia”. Sí, en términos estrictamente técnicos tienen razón, pero la realidad es que están vendiendo una esperanza que, otra vez, confunde y mal informa a la mayoría de los mexicanos, que hoy sufre la peor cifra de contagios, complicaciones y muertes de toda la pandemia.

Ya la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que aunque las vacunaciones han iniciado en la mitad de los países desarrollados, podrían pasar hasta seis meses antes de que bajen los casos diarios de contagio y fallecimientos.

Si a eso sumamos la información todavía incipiente de la nueva cepa del Covid-19 que trae una variedad no más grave pero sí más contagiosa del virus, estamos por enfrentar muy difíciles momentos de la crisis sanitaria. ¿Qué se ha dicho o hecho en México respecto de esta nueva variante del virus? No mucho que sepamos. ¿Qué se hizo, por ejemplo, con los primeros vuelos provenientes del Reino Unido ya con esta información mundial? Nada, no se tomó ninguna medida, restricción ni seguimiento especial para esos pasajeros.

Parece ser un manejo similar al que dieron en las primeras etapas de la pandemia global, por ahí de febrero y marzo, cuando en nuestro país los “brillantes especialistas” del Gobierno minimizaban los riesgos y efectos. Alardeaban cómo en México no nos había pegado y aseguraban tendría un impacto mínimo, “mucho menor que el de la influenza”. Hoy parecen repetir la fórmula del optimismo desmedido y de los anuncios grandilocuentes como si hubieran solucionado la crisis sanitaria, repitiendo cada tarde el número de “camas disponibles” como la muestra clara de su éxito.

En la literatura religiosa se ha dado cuenta de santos que han tenido la visión del Purgatorio donde se dice que“hubiesen preferido sufrir lo más terrible de esta vida por mil años, que estar un solo día en él”.  El dicho oficial de que “lo peor ya pasó” choca con la realidad, y si con esta tesis están planeando enfrentar el incremento de casos, la nueva cepa y los procesos de vacunación, estaremos permanentemente sufriendo consecuencias que se pueden evitar.

Necesitamos menos soberbia y más empatía, profesionalismo y humildad de nuestro Gobierno para enfrentar esta crisis de salud en el -desafortunadamente- largo periodo de transición al paraíso de la inmunidad.

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* Maestro en Historia del Pensamiento.

Socio Director de FWD Consultores.