Guerra sucia, empedrada

Guerra sucia, empedrada
 

Rosario Piedra tiene una oficina a su gusto, pero sin operatividad. Carece de “visitador especial” y del grupo interdisciplinario que aportaría conocimientos en distintas áreas para el esclarecimiento de crímenes del pasado, de la misma manera no se tiene una dirección técnica.


Dobleces |

Israel Mendoza Pérez

@imendozape

La construcción de los nuevos proyectos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), impulsados por actos de capricho por parte de la presidenta del organismo, Rosario Piedra, como la Oficina Especial para Investigar la Represión y Desapariciones Forzadas por Violencia Política del Estado Durante el Pasado Reciente, que funcionará como Visitaduría Especial se cimientan sobre planes vacíos, engañosos y sin visión de largo plazo.

A un año de ponerse en marcha, la oficina especial para investigar hechos violentos en la llamada “guerra sucia” se torna en un apéndice inoperante de los intereses históricos de Piedra Ibarra. Sin la estructura suficiente y sin resultados hasta la fecha, la deuda histórica con las víctimas tendrá que esperar más décadas.

La lentitud del trabajo en la oficina especial se volvió burocrático y no ha cubierto el espíritu para el que se creó. De acuerdo con sus antecedentes esta “visitaduría” retomaría el accidentado camino de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) que encabezó Ignacio Carrillo Prieto y de la Comisión de la Verdad para la Investigación de las Violaciones a los derechos Humanos durante la Guerra Sucia de los años Sesenta y Setenta (COMVERDAD).

Sin embargo, el engaño es mayor ya que la oficina para investigar la “guerra sucia” se encuentra acéfala. A un año de existencia y de iniciar los trabajos carece de un titular. El puesto se encuentra vacante, aún así el sueldo para el funcionario que llegue está definido en 108 mil 810 pesos. Y es que fue el 26 de febrero de 2020 que la titular de la CNDH en su papel de dirigente histórica del “Comité “Eureka” anunció el inicio de las operaciones de la oficina especial y acompañó a integrantes de la organización a exigir audiencia con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero la lentitud para que funcione al 100 por ciento, la oficina especial se acentúa ya que tampoco estableció un Grupo Interdisciplinario de Apoyo a la Investigación a Cargo de una Dirección Técnica, que estará integrado por personas con perfiles profesionales de disciplinas vinculadas a la investigación y determinación de violaciones de Derechos Humanos. Y eso lo ofreció y quedó asentado en el acuerdo de la presidencia de la CNDH fechado el 27 de enero de 2020. 

Rosario Piedra tiene una oficina a su gusto, pero sin operatividad. Carece de “visitador especial” y del grupo interdisciplinario que aportaría conocimientos en distintas áreas para el esclarecimiento de crímenes del pasado, de la misma manera no se tiene una dirección técnica. Sus planes se escurren entre la improvisación y la falta de conocimiento de la administración pública. La oficina con un año de existencia no ha dado resultados y la “guerra sucia” aún es una herida abierta. Rosario Piedra una luchadora por décadas en el tema de crímenes del pasado se encuentra en deuda con víctimas y familiares de éstas, pero tampoco ha encontrado la manera de darle viabilidad a un proyecto que amenaza con quedar sólo en blanco y negro. Es la ironía que ni su propia agenda tiene prioridad.

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