Insurrección Anunciada

 

Si alguien esperaba que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, confirmara en los hechos que es un demócrata como siempre lo señaló, se equivocó por completo, porque hasta ahora el único talante que ha mostrado y demostrado es esa vocación por las decisiones autoritarias, es decir, que le gusta que se haga […]


Si alguien esperaba que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, confirmara en los hechos que es un demócrata como siempre lo señaló, se equivocó por completo, porque hasta ahora el único talante que ha mostrado y demostrado es esa vocación por las decisiones autoritarias, es decir, que le gusta que se haga únicamente lo que dice, lo que indica, y lo que autoriza. Y poco le importa que sus principales colaboradores tengan una opinión distinta, porque lo que siempre prevalece son sus instrucciones.

Ese ha sido el perfil que aprendimos a conocerle los mexicanos durante toda su trayectoria política administrativa, y difícilmente cambiara porque hasta ahora ha logrado lo que se ha propuesto, y seguramente será de la misma forma no tan solo en el ejercicio del poder, sino en el trato que dispensa a quienes no forman parte de su círculo cercano. Muchas veces se habló y se criticó ese carácter mesiánico que lo ha distinguido, y la mala noticia es que pese a que ya logró su más caro anhelo, lo seguirá distinguiendo.

Dejando de lado las peculiaridades del carácter de quién encabeza los destinos del país, como decía Don Jesús Reyes Heroles, en política “la forma es fondo”, y tenía mucho de razón desde el momento en que parafraseando al ideólogo veracruzano, el ejercicio de la política es el arte de las relaciones humanas, y la armonía política uno de sus más caros anhelos. El problema es que eso no lo entiende el Presidente de la República por la constante costumbre de imponer su verdad.

Todos los cuarteles de las Policías Federales amanecieron con la decisión de oponerse a su integración en la Guardia Nacional, sobre todo por la forma en que han sido tratados y maltratados como si fueran enemigos del régimen cuando lo único que han hecho es dar la cara frente a la delincuencia organizada de todos los rincones del país, ante la carencia de preparación de las policías estatales y municipales. Se dice fácil, pero hasta ahora son los únicos que conocen a la perfección la forma en que se mueven los grupos delincuenciales.

Los agravios han sido muchos y variados, y han aguantado las humillaciones y los desatinos de los nuevos mandos de forma estoica, pero como dicen por ahí, todo tiene un fin, y creo que les colmaron la paciencia no tan solo por los malos tratos, sino por el anuncio de que habría una retabulación a la baja de los salarios que hasta la fecha han percibido. Y claro que a muchos no les gustó, o más bien dicho, a la mayoría no les gustó, y lo que colmó el plato, como se dice en el argot popular, fue el anuncio de la disminución de los salarios.

Y claro que tienen razón, porque jugarse la vida no es cualquier cosa, y porque si algo les ocurre el desamparo y la miseria pueden ser el destino de los suyos. Los miembros de la Policía Federal dieron muestra de organización, y pusieron de cabeza al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien prefirió irse a jugar beisbol antes que asumir su papel como Jefe del Estado Mexicano.

 

Seguramente los miembros de la delincuencia organizada del país estuvieron desternillándose de la risa por los desatinos gubernamentales.

 

 

Por: Vladimir Galeana Solórzano

Al tiempo. Vladimir.galeana@capitalmedia.mx