Jesús, el iluso

Zambrano al igual que el partido del sol azteca están en la sombra y volver a brillar se ve muy lejano. Lo sabe y mejor lo calla.
Israel Mendoza Publicado el
Comparte esta nota

Dobleces |

Por: Israel Mendoza Pérez

@imendozape

Ser un político formado en tribus es sinónimo de caos y confrontación inevitable. Es su naturaleza. Jesús Zambrano, presidente del PRD, llena ese perfil y así se enfila a armar una alianza amorfa entre partidos políticos disímbolos y organizaciones opositoras a la cuatroté. Su visión política sólo le da para replicar la única fórmula que el perredismo de Nueva Izquierda desarrolló en los más de 30 años de existencia: crear una corriente opositora, aunque después se atomice. Lo peor es amalgamarse con el PRI. El enemigo histórico.

Sin embargo, su ingenuidad y desesperación aumentaron. En Sonora, el candidato oficial del partido en el poder, Alfonso Durazo trae una aplanadora electoral detrás de él. Es el momento que siempre esperó después de ser colaborador del infortunado Luis Donaldo Colosio y del expresidente Vicente Fox. Por ello es que el ex secretario de seguridad no desaprovechará la oportunidad de ser uno de los elegidos de la cuatroté.

Zambrano tiene memoria corta y ahora se vuelve iluso ante los intereses de la gobernadora Claudia Pavlovich. La transición en el estado de Sonora también comenzó. La mandataria Claudia Pavlovich recibió un guiñó por parte del Presidente al reconocer que ella “se ha portado muy bien con nosotros, la queremos mucho a la gobernadora de Sonora, a Claudia”. Con esto comienza el camino para suavizar un gobierno de alternancia en la entidad.

Pavlovich, al mantenerse alejada de la Alianza Federalista, se encuentra en el espectro de gobernadores alineados a la Conago y simpatizante al gobierno federal. A final de cuentas, la dirigencia priista de Alejandro Moreno no influye en las decisiones de sus gobernadores y se achica por falta de tamaño en su liderazgo. Los gobernadores priistas están divididos y la dirigencia nacional es frígida.

El perredista recurre al pragmatismo más simplón: A la línea de trabajo de Nueva Izquierda desde que la crearon Jesús Ortega y Zambrano en 1999 adoptó la expresión de que las alianzas son válidas en política porque son con los amigos, compañeros y hasta con los contrincantes en momentos coyunturales “son necesarias para avanzar”.

Zambrano está en un momento crucial en la dirigencia del PRD y opta por morir en el intento. La alianza para Sonora y cerrar el paso a Durazo Montaño es donde carga las baterías e insiste en la importancia de crear un Frente Amplio Democrático no solamente entre partidos y fuerzas políticas, sino también con organizaciones de la sociedad civil que permita conformar un frente de gran confluencia aliancista.

La aritmética de Zambrano es elemental. Juntar grupos no es sinónimo de triunfo y lo sabe. Toma la gran alianza en Sonora como su bandera y se obnubila ante lo obvio. El PRD se creó como adversario natural e histórico del PRI y ahora los quiere pegar con chicle en una alianza de conveniencia. Más allá de los principios que le dieron pie a su nacimiento.

Zambrano al igual que el partido del sol azteca están en la sombra y volver a brillar se ve muy lejano. Lo sabe y mejor lo calla.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil