La justicia no vale el futuro.

Colombia
Foto: Internet 

Pulso Internacional. Por René Palacios. La justicia no vale el futuro. En Colombia ha causado gran revuelo una determinación adoptada por lo que se ha llamado Jurisdicción Especial para la Paz en el sentido de decretar la inmediata libertad de el líder de las FARC Jesús Santrich y desestimar la posibilidad de que fuera extraditado […]


Pulso Internacional.

Por René Palacios.

La justicia no vale el futuro.

En Colombia ha causado gran revuelo una determinación adoptada por lo que se ha llamado Jurisdicción Especial para la Paz en el sentido de decretar la inmediata libertad de el líder de las FARC Jesús Santrich y desestimar la posibilidad de que fuera extraditado a Estados Unidos por cargos de narcotráfico. Esta determinación originó primero la renuncia del fiscal general de la república Néstor Humberto Martínez a la que siguió la de la ministra de justicia y derecho del gobierno nacional Gloria María Borrero, misma que fue sucedida por un mensaje a la nación del presidente de la república Iván Duque Márquez en el que a pesar de reiterar su convicción de respetar irrestrictamente el principio de independencia de poderes, lamenta la decisión adoptada por la JEP y dice compartir la indignación que embarga a buena parte de la sociedad colombiana.

Lo cierto es que cuando se llega a una paz pactada como ocurrió entre el gobierno colombiano y las FARC y no a una paz impuesta que haya resultado de la preeminencia militar absoluta de alguna de las dos partes beligerantes, la justicia a la que se puede aspirar es irremediablemente limitada. El de Jesús Santrich a mi parecer es un caso paradigmático de esto en virtud de que la fiscalía no ha podido demostrar a cabalidad que las actividades de tráfico de narcóticos en las que ciertamente Santrich incurrió tuvieron lugar después de la firma de los acuerdos de paz el 26 de septiembre del 2016 condición que los propios acuerdos establecen para que alguien pueda ser procesado por este delito.

La justicia transicional es por definición una justicia deficiente. Ese es el precio que se paga por tener paz mañana y porque a partir de pasado mañana se pueda comenzar a construir el futuro.