La paja en el ojo ajeno

 

Mientras no sobrevenga un conflicto de incumplimiento, seguiremos apuntalando la economía de los países ricos, aunque estos vean sólo la paja en el ojo ajeno y no vean la viga en el propio. Por cierto, la proporción de la deuda pública de nuestro país en relación al PIB, alcanza solamente el 45%.


Por Rodrigo Patiño*

El nivel de endeudamiento mundial actual se encuentra en niveles alarmantes, casi representa el 100% del PIB a nivel global. Es decir, lo que se produce en un año apenas alcanzaría para cubrir los pasivos de los países. Este nivel de endeudamiento es similar al alcanzado durante la parte más álgida de la crisis hipotecaria del 2008. Las causas son de sobra conocidas: la pandemia del COVID y la guerra en Europa Oriental han obligado a los países a echar a andar la maquinita de emisión de deuda para cubrir los hoyos en sus finanzas.

Ahora bien hay de endeudamientos a endeudamientos. En el párrafo anterior hablábamos de un nivel del 100% (en realidad del 99%) a nivel global. Sin embargo, al analizar los niveles específicos por país, nos enfrentamos a la eterna desigualdad: los “grandotes” primero: Japón se lleva las palmas con un 257% de su producción anual (casi debe lo de 3 años); Gran Bretaña 191%, casi 2 años de producción; EEUU no se encuentra tan lejano: 162%; Francia debe 1.23 veces su producción anual. En promedio, los países con ingresos altos (los ricachones) financian su déficit presupuestal emitiendo deuda por 148% su Producto Interno Bruto.

Esta práctica resulta a todas luces injusta: los pobres tienen que financiar a los ricos para que la economía de estos no se desplome y sobrevenga una crisis financiera mundial. Al menos esa es la justificación que esgrimen.

Durante décadas los organismos financieros internacionales han estado vigilando los niveles de endeudamiento de las economías emergentes. Les exigen a estas que no se endeuden más allá del 50% de su PIB; que su déficit presupuestal no exceda el 3% de su PIB; que cuenten con reservas financieras en monedas sólidas para enfrentar una crisis devaluatoria de sus monedas y muchas más restricciones que no aplican a los países ricos.

Analicemos un poco el destino de esa deuda. Como tiene alta calificación crediticia es buscada por los fondos de inversión internacionales que invierten los recursos del gran público, en especial de fondos de pensiones de los trabajadores. Además de los países que requieren mantener reservas financieras en monedas “duras”. 

¿Se pueden imaginar la magnitud de la crisis económica que se desataría si fuera exigido el cabal cumplimiento de las obligaciones crediticias de los países emisores de deuda y que esta no fuera honrada? Sobre todo si el incumplido fuera uno de los países del G-7. Es conveniente mencionar que de estos países solamente Alemania tiene calificación de deuda AAA; la deuda de este país es la que debería considerarse como riesgo cero; sin embargo, es conocido que casi todos los inversionistas prefieren, por cuestiones de liquidez, la deuda emitida por el Tesoro de EEUU.

Mientras no sobrevenga un conflicto de incumplimiento, seguiremos apuntalando la economía de los países ricos, aunque estos vean sólo la paja en el ojo ajeno y no vean la viga en el propio. Por cierto, la proporción de la deuda pública de nuestro país en relación al PIB, alcanza solamente el 45%.

*Especialista en finanzas

@RoPatinoP

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