Las Gracias Presidenciales

Vladimir Galeana Publicado el
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La Coyuntura |

Sin lugar a dudas el hombre que maneja el país aparte de ocurrente tiene un alto sentido del humor. Y no es que tenga algo que me moleste, porque muchas veces el mal humor se presenta en la toma de decisiones y los resultados se vuelven un desastre. Claro está que el buen humor tampoco es un elemento fundamental para que las cosas salgan bien, pero cuando alguien toma las cosas serias como un motivo de chunga o para burlarse de los demás, el resultado puede ser extremadamente lamentable.

Para burlarse de los demás hay que tener un alto sentido del humor, pero también se requiere lo mismo cuando de burlarse de uno mismo se trata, pero cuando la finalidad es hablar mal de los demás, y se intenta hacerlo con gracia, el resultado por lo general es patético. Andrés Manuel López Obrador ha sido un hombre con una alta carga de odios personales y enconos grupales. De ahí que sus referencias personales durante mucho tiempo fueron directas y por lo consiguiente hirientes. Referirse a la delincuencia con el “Guacala” y sacar la lengua con asco es patético, pero el piensa que es algo gracioso.

Su transformación verbal desde que alcanzó el triunfo en la elección presidencial, ha sido evidente. Por principio cuentas le dio una variante ideológica a su forma de referirse a los problemas del país y sus regiones. Su estilo coloquial le permitió acercarse a los grupos más alejados del favor gubernamental, y los ha hecho merecedores de reconocimiento y menciones acerca de su vulnerabilidad, pero hasta ahora no existen resultados para poder decir que se les ha sacado de la marginación en que han vivido.

Los términos de “fifis” y “Pirruris” han sido parte de su retórica para epitetar a quienes desde su visión se han enriquecido desde el poder, pero algunas de sus referencias han sido muy lamentables porque demuestran su poco conocimiento. El mejor ejemplo de ello ha sido el Avión Presidencial adquirido durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, y que decidió poner en venta con la referencia de que algo así no lo tenía ni Obama. También lamentable cita porque Barack Obama no tiene avión.

Ahora salió con la graciosa referencia de que habló con el Presidente Donald Trump, y se le olvidó ofrecerle el avión Presidencial que está en venta y que hasta ahora nadie ha mostrado interés en adquirirlo. Quizá es que al señor Andrés Manuel López Obrador nadie le ha informado que el Presidente de Estados Unidos, por ley, solamente puede viajar en los aviones que se han construido para darle la mayor seguridad a uno de los hombres más poderosos del mundo.

El Fuerza Aérea uno está solamente para el servicio presidencial, y cuenta con autonomía de vuelo de catorce horas y puede trasladar con alta seguridad al Presidente de Estados Unidos y a los integrantes de su gabinete. Los norteamericanos prefieren referirse a él como una “Casa Blanca” volante. Lleva armas aéreas y tecnología para resguardar sus comunicaciones. Alcanza una velocidad de más de mil kilómetros por hora, y sus tanques de reserva le alcanzan para recorrer más de mil seiscientos kilómetros. También está equipado con equipos y armas nucleares. Las referencias de Andrés Manuel López Obrador intentando ser gracioso, son muy desafortunadas, y alguien debiera decírselo. Al tiempo.

 

 

Por: Vladimir Galeana Solórzano

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx

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