Lopezobradoristas vs. morenistas

 

Los lopezobradoristas se apropiaron de la figura de Andrés Manuel López Obrador y llevan a cabo operaciones políticas para acaparar espacios de poder.


Dobleces |

Aunque parecen lo mismo, un lopezobradorista y un morenista no son iguales. Hay matices e intereses yuxtapuestos. El poder de la cúpula del partido se concentra en liderazgos encargados en hacer alianzas de conveniencia y en nombre del lopezobradorismo estrujan los estatutos. Su proyecto es de corto plazo. Los morenistas van más allá del caudillismo y los acuerdos entre facciones; apuestan por un modelo de nación de largo alcance sustentado en rechazar las prácticas políticas del pasado y consolidar un partido de causas.

Los lopezobradoristas se apropiaron de la figura de Andrés Manuel López Obrador y llevan a cabo operaciones políticas para acaparar espacios de poder. Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional de Morena, hace de los principios lopezobradoristas una política pragmática. Ahora, bajo el amparo del dirigente nacional interino, Alfonso Ramírez Cuéllar, las alianzas de conveniencia y las reuniones en los sótanos convierten a Morena en un partido opaco. Esa es la nueva cara del partido en el poder.

Los morenistas velan por un partido democrático. En el que la toma de decisiones se hacen apegadas a los principios fundamentales desde el nacimiento de esta fuerza política. La pelea se da en los espacios de discusión del propio partido y se aleja de la perredización. Aunque su naturaleza histórica los pone a prueba.

Y es que fue Yeidckol Polevnsky quien se encargó de convertir a Morena en una arena de lucha. Ella, lopezobradorista declarada, se encargó de tomar el control de la estructura partidista y endurecerla para favorecerse. Incluso, en su interinato se encargó de desconfigurar el proyecto de Morena ya que la exdirigente de la Canacintra definió al instituto político como “un partido humanista, progresista y nacionalista, pero no de izquierda”.

Recientemente, Alejandro Rojas Díaz-Durán presentó ante la sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dos impugnaciones una por la realización de las sesiones virtuales del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, ya que, a espaldas de la militancia, realizan sesiones secretas, no difunden las convocatorias y las firma únicamente Ramírez Cuéllar, lo que es ilegal y la otra por el que se aprueba la propuesta de organización en los estados que no cuentan con dirigencia partidista o bien no cuentan con presidente del comité ejecutivo nacional”.

En su alegato señala esa clara división entre los defensores del proyecto político y los pragmáticos lopezobradoristas. Él acusa a la llamada “nomenclatura” encabezada por Alfonso Ramírez Cuéllar, Bertha Luján Uranga y su sobrino, Fernando Tiscareño Luján.

En esa misma terna incluyó a Héctor Díaz Polanco, presidente de la Comisión de Honestidad y Justicia, como parte del grupo encargado de manipular los principios de Morena y tratar a la militancia morenista como menores de edad, frente a la toma de decisiones.

Bajo esta concepción de las dos principales facciones de Morena es que se mueve el partido rumbo a un 2021 peleado en lo interno. En el que se juegan el conseguir posiciones para detentar el poder, los tres últimos años de gobierno de la 4-T o buscan reencauzar un proyecto rumbo a 2024 e impulsar un modelo de partido duradero. Veremos.

 

 

 

Por: Israel Mendoza Pérez

@imendozape