Los pantalones del Presidente

Los pantalones del Presidente
 

Mientras los pantalones del Presidente sigan dominando la escena, seguirá ganando el debate público y no habrá nadie que lo pueda enfrentar con éxito en el corto plazo.


Juan Carlos Zepeda*

Con respecto a la pandemia y el severo rebrote mundial, en México la discusión con el Gobierno durante las últimas semanas ha sido si estamos en una “segunda ola” o no, pese a que diversos estudios ya han demostrado que aquí no se puede hablar de “rebrote”, sino de crisis permanente, que no ha cedido a lo largo de siete meses.

Pero una de las cosas más preocupantes que seguimos viendo es la constante contradicción dentro del mismo Gobierno Federal: por una parte el Secretario de Hacienda nos recuerda que sin control del virus no habrá recuperación económica ni “nueva normalidad”, y el Subsecretario de Salud dice (pero solo cuando no está frente a su jefe) que esto puede ir “para muy largo”, posiblemente un año más; mientras por la otra el Canciller Marcelo Ebrard nos da esperanzas asegurando que, en el peor escenario, en marzo tendremos la vacuna.

Pero ante la tragedia que estamos viviendo en varias entidades del País, donde contagios, fallecimientos y falta de personal médico calificado es la constante, el Presidente decreta tres días de luto nacional en una ceremonia en Palacio Nacional por el Día de Muertos, donde confirma que es “un hombre de fe”, como lo retrató la indígena mazateca que le hizo la ceremonia de purificación, la que por cierto sí traía cubrebocas.

En esta ceremonia volvió a mostrarse como le gusta a la mayoría de la gente, y en donde los pantalones del Presidente siguen siendo protagonistas, los figurativos y los reales: en ellos se encarna un personaje humilde, cercano, con valor, con fe (“tal vez por eso no usa cubrebocas” dice la gente); un poco encorvado, sin temor al qué dirán, aparentemente desprovisto de poses y de esa parafernalia presidencial que ha ofendido durante tanto tiempo a los menos privilegiados.

Un Mandatario que tiene los pantalones de ir ahora tras los expresidentes más corruptos de la historia, que tiene la fuerza moral y no de contagio; y que sigue defendiendo una estrategia de salud que cerrará el 2020 con el COVID-19 como la principal causa de muerte.

Esos pantalones pueden representar algo mucho más que descuido: son la perfecta imagen del 60% de aprobación que hoy goza a nivel nacional, que quienes lo siguen, además, lo defienden como en un acto de fe, sin importar las cifras, las pruebas, los datos y los testimonios.

Sin duda, la estrategia de comunicación y propaganda de este Gobierno sigue siendo efectiva y mientras le esté dando resultados la mantendrán: mañaneras, discursos de polarización, provocaciones a gobernadores, consultas innecesarias pero incendiarias, y en medio de ello, distracciones del debate de decisiones que requerirían mayores análisis por la trascendencia de las mismas, como la desaparición consumada de los fideicomisos, un verdadero estudio del pacto fiscal o el reforzamiento de la estrategia de salud, entre otros.

Mientras los pantalones del Presidente sigan dominando la escena, seguirá ganando el debate público y no habrá nadie que lo pueda enfrentar con éxito en el corto plazo.

 

[email protected] * Maestro en Historia del Pensamiento. Socio Director de FWD Consultores.