Muñoz Ledo, el infractor

Muñoz Ledo, el infractor
 

Con este catálogo de violaciones a los estatutos, Muñoz Ledo se ostenta como morenista, pero aun así no quita el dedo flamígero de encima "Voy a ser el jefe del Movimiento Democrático de Morena”. Aunque en la práctica él, le comienza a poner los clavos al féretro de su carrera.


Dobleces |

 

Israel Mendoza Pérez

@imendozape

En el ocaso de su carrera política, Porfirio Muñoz Ledo comenzó a agitar al partido en el poder y a cercenar sus principios básicos. Al no salir triunfador de las encuestas para la renovación en la dirigencia de Morena decidió lazarse a la ofensiva, contra el legislador y virtual dirigente Mario Delgado, con una corriente interna en el partido.

Político experimentado en el chapulineo y eterno disidente de los proyectos políticos en los que se ha movido a lo largo de 60 años, Muñoz Ledo está en la antesala del retiro político. Le queda un año en la legislatura y por sus arranques contra Morena y su virtual dirigente se ve lejano un nuevo espacio en el que participe.

Con una sola declaración logró violentar, al menos, cuatro artículos de los estatutos de Morena en los que señalan que no hay cabida para las corrientes internas o grupos de presión. Hasta el momento, ningún correligionario ha levantado la voz y lo ha sometido a un proceso sancionador en Morena. Sin embargo, elementos sobran.

Además de querer judicializar el triunfo de Mario Delgado tiene entre manos la intención de crear un grupo al interior del partido bajo el nombre de Movimiento Democrático de Morena (Modem).

Aunque fue invitado públicamente a integrarse al equipo ganador, el legislador descartó trabajar en el equipo de Mario Delgado, quien fue elegido como presidente de Morena en la encuesta organizada por el INE.

Porfirio Muñoz Ledo juega al rebelde, o no conoce los estatutos o por saber que se encuentra en el ocaso político se atrevió a desafiar los estatutos. Al menos el artículo 2, fracción c) señala que “la integración plenamente democrática de los órganos de dirección, en que la elección sea verdaderamente libre, auténtica y ajena a grupos o intereses de poder, corrientes o facciones”.

Asimismo, el artículo 3, fracción g) indica que “la participación será individual, libre y voluntaria, sin corporativismos de ninguna índole; sin que se permitan facciones, corrientes o grupos que vulneren la soberanía de la organización, es decir, su capacidad exclusiva de dirección general”.

También el artículo 9° expresa que “en Morena habrá libertad de expresión de puntos de vista divergentes, los que deberán dirimirse a su interior. No se admitirá forma alguna de presión o manipulación de la voluntad de los integrantes de nuestra organización por grupos internos, corrientes o facciones, y las y los protagonistas del cambio verdadero velarán en todo momento por la unidad y fortaleza de la organización para la transformación del país”.

Y en su artículo 43 fracción c, se precisa: “no se admitirá forma alguna de presión o manipulación de la voluntad de los integrantes de Morena por grupos internos, corrientes o facciones o, por grupos o intereses externos a Morena”.

Con este catálogo de violaciones a los estatutos, Muñoz Ledo se ostenta como morenista, pero aun así no quita el dedo flamígero de encima “Voy a ser el jefe del Movimiento Democrático de Morena”. Aunque en la práctica él, le comienza a poner los clavos al féretro de su carrera.

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