Paradoja del bienestar

Paradoja del bienestar
Paradoja del bienestar 

El caso es que la inteligencia es un factor que se autoalimenta y la humanidad ha alcanzado alturas insospechadas en todas las ramas del conocimiento y el arte.


Por Rodrigo Patiño*

Algunos prestigiosos antropólogos afirman que el desarrollo de la inteligencia del hombre se debió principalmente a que, a diferencia de otros especímenes de primates, su dedo pulgar se opone a los otros cuatro dedos de la mano, dándole la posibilidad de asir los objetos con mayor fuerza y al mismo tiempo, dotando su mano de precisión. Existen otras teorías, pero no entraremos en detalle pues no es el tema central de argumentación.

El caso es que la inteligencia es un factor que se autoalimenta y la humanidad ha alcanzado alturas insospechadas en todas las ramas del conocimiento y el arte. Esta evolución del conocimiento ha permitido desarrollar sofisticados instrumentos y técnicas que rebasan con mucho la capacidad de comprensión del ser humano común y corriente.

Al final de cuentas lo que importa es el grado de bienestar que aportan todos esos conocimientos que no son entendibles para la mayoría de los humanos, pero que nos permiten viajar distancias fantásticas en un tiempo relativamente corto, tan corto que nuestro propio organismo no alcanza a asimilar (el famoso jetlag). Ese mismo conocimiento nos permite visualizar imágenes que suceden a miles de kilómetros de distancia; es más, nos permiten captar imágenes de tiempos pasados inimaginables (la creación del universo) mediante los enormes y sofisticados telescopios.

Tal vez, en donde se percibe el impacto más importante de ese cúmulo de conocimiento es en la salud del hombre, que ha permitido elevar la esperanza de vida de la humanidad en forma impactante: algunos estudiosos afirman que la esperanza de vida de los primeros hombres se encontraba en los 35 años; en el período romano, los restos fósiles muestran que ese factor se encontraba en los 50 años; en el siglo XX hubo muchos factores a favor y en contra: las dos guerras mundiales y la proliferación de nuevas enfermedades actuaron en contra. Los avances en la medicina y las condiciones sanitarias de las viviendas mejoraron y se estimaba una esperanza de vida de 50 años; en nuestros días, alcanza casi ochenta años.

A todas luces el apoyo de la tecnología ha sido benéfico para el ser humano, pero ¿qué pasa con nuestro hogar? Le hemos sacado todo el provecho al planeta: hemos contaminado las aguas; hemos extraído minerales del subsuelo; hemos deforestado amplios sectores boscosos y selváticos; hemos exterminado especies animales y vegetales; hemos extraído restos combustibles fósiles que más tarde convertimos en combustibles útiles para nuestras máquinas de transporte; hemos contaminado el medio ambiente operando estas máquinas y lo más terrible de todo, hemos sobrecalentado el planeta.

Obviamente todo este proceso de aniquilación tiene un costo. La factura la estamos viviendo: olas de calor extremas e inundaciones terribles en zonas donde antes no llovía, produciendo ambas incontables muertes humanas; pérdida de glaciares en los dos polos; avance inexorable de las zonas desérticas. ¿Hasta dónde llegaremos?

Desafortunadamente, a mi parecer, es un proceso imparable de deterioro para la naturaleza. A finales de año seremos 8,000 millones de habitantes que reclaman un pedazo de tierra en donde morar; que reclaman alimento para subsistir; agua potable para tomar y tener servicios sanitarios. La mancha urbana vs la mancha forestal.

Se habla de las energías alternas para evitar el uso de las energías fósiles. La más popular es la energía eléctrica, sobre todo en los automóviles, pero, ¿han visualizado como se produce la energía eléctrica? Se produce con carbón y con energías fósiles.

Ojalá alguna mente brillante que ha contribuido a crear este embrollo encuentre alguna solución.

*Especialista en finanzas

RGH

Más notas sobre