Porfirio, el polémico

 

Dobleces |   A Juanita, in memoriam Porfirio Muñoz Ledo es un activo de experiencia probada para la Cámara de Diputados. Pero es incómodo y polémico para la cúpula del partido en el poder. Quienes lo censuraron ni idea tienen que se encuentran a un lado de un personaje, junto con el ingeniero Cárdenas, impulsor […]


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A Juanita, in memoriam

Porfirio Muñoz Ledo es un activo de experiencia probada para la Cámara de Diputados. Pero es incómodo y polémico para la cúpula del partido en el poder. Quienes lo censuraron ni idea tienen que se encuentran a un lado de un personaje, junto con el ingeniero Cárdenas, impulsor de la transición democrática; no sólo por su paso en diferentes partidos políticos sino por participar primero en la consolidación de la alternancia en el poder.

El ponerle un “curita” en los labios en San Lázaro es la muestra más clara de que en Morena se busca guardar las formas bajo la alfombra. Las apariencias ahora sí cuentan y se institucionalizan al estilo priista más vetusto. La división en el partido guinda los lleva a la antidemocracia zasonada con autoritarismo.

Los censores de hoy olvidan al Muñoz Ledo de ayer; a un lado del presidente Andrés Manuel López Obrado en 2006 en los 48 días de plantón sobre Paseo de la Reforma con convicciones firmes de no soltar al “tigre”. Pero para el grupo parlamentario de Morena eso es historia.

La división en Morena generada por el caudillismo mal entendido de Yeidckol Polevnsky provoca al interior del partido tomar las decisiones menos razonadas como taparle la boca a Muñoz Ledo frente a Rosario Piedra. Pusieron en el suelo la expertise del creador del proyecto Nueva República y le dieron trato excluyente.

¡No somos partido de Estado!”, fueron las palabras del indignado Muñoz Ledo ante genuflexión de los legisladores que votaron en contra de su petición de mostrarle un video a Ibarra Piedra, por los excesos de la Guardia Nacional contra los migrantes centroamericanos.

Aún así, y con el denuesto contra Muñoz Ledo no deja el partido que le dio fuero. Descarta renuncia ante la antidemocracia exhuberante llevada de la mano de las pugnas internas y de la ambición de mantener una dirigencia unipersonal que los obliga a no ponerse de acuerdo. A cerrar los canales de diálogo a tener una dirigente de gustos exquisitos, pero con tufo de “caudillo”.

Sus verdugos encargados de disparar el “fuego amigo”, no entienden que Muñoz Ledo está en la Cámara para elevar la calidad del debate y enseñarle a la nueva “clase política” que ser legislador incluye mejorar el prestigio del poder legislativo que a lo largo de las décadas de disolvió, quitarle el estigma de ser comparsa de las prácticas políticas más detestables para la sociedad.

Morena reventó la libertad de expresión y eso que es parte de los principios fundamentales de la democracia y que debe permanecer como una condición a flor de piel y debe garantizarse.

Porfirio Muñoz Ledo no será desertor aunque como lo expresó de manera poética: “Morena sale de mi corazón”. Su convicción lo lleva a mantener su militancia y ser testigo de que el partido se reestructure antes de convertirse en una amalgama burda al estilo PRD.

Los morenistas opositores a Muñoz Ledo tuvieron miedo a exhibir la verdad. La explicación es sencilla: si un partido no puede democratizarse en sus entrañas jamás podrá inculcarlo en el país que encabeza.

 

 

Por: Israel Mendoza Pérez

 

@imendozape