¿Qué no le echen la culpa?

AMLO Jaime Bonilla
 

Cada vez que algo no le gusta o que simplemente no le conviene abordar, Andrés Manuel López Obrador acude a esas ensayadas formas que tiene para salirse por la tangente y evadir su responsabilidad. Así lo ha hecho durante la mayor parte de su vida política y de activista social, y lo ha seguido haciendo […]


Cada vez que algo no le gusta o que simplemente no le conviene abordar, Andrés Manuel López Obrador acude a esas ensayadas formas que tiene para salirse por la tangente y evadir su responsabilidad. Así lo ha hecho durante la mayor parte de su vida política y de activista social, y lo ha seguido haciendo desde que alcanzó la Presidencia de la República. Muchos analistas en su momento señalaron que lo previsible es que siguiera el mismo camino y que bien conoce.

Hasta ahora las cosas le han venido saliendo bien, pero no podrá escapar tan fácilmente del brete en que se ha metido con el asunto de la ampliación del tiempo del mandato en el gobierno de Baja California de Jaime Bonilla, autorizado por el Congreso del Estado, a cuyos integrantes se ha comprobado que sobornó, para lograr una ampliación por 3 años más. Para decirlo más claro, este es uno de los excesos que ha permitido para reafirmar su prolijidad mostrada durante tantos años para evadir las leyes.

 

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reafirma que la soberanía reside esencialmente en el pueblo, quien podrá determinar la forma de su gobierno, y en uso de esa calidad soberana es que se sometió a votación la candidatura de Jaime Bonilla para Gobernar el Estado Libre y Soberano de Baja California. Pero ese pueblo en quien descansa esa soberanía, a la que el propio Andrés Manuel López Obrador hace referencia cada vez que le conviene, ha sido utilizado para maquinar una brutal usurpación.

Lo que tiene que entender es que el único que puede modificar o alterar la forma de gobierno es el pueblo, y lo hace a través de los mecanismos que señala la propia Constitución, y en este caso fue por votación, y no un capricho de un candidato ganador que además lanzó sobornos a diestra y siniestra. Pero tampoco puede sustraerse del conflicto y señalar que no es un asunto que le competa y que tiene que arreglar la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Andrés Manuel López Obrador juro guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y tiene la obligación de agotar todos los caminos para evitar que se consume la violación a la norma fundamental, pero sobre todo, respetar la voluntad soberana de los baja californianos que votaron para elegir un gobernador por un periodo de 2 años. No hacerlo evidenciaría que es el principal interesado en encontrar el camino de una ampliación de mandato, aunque firme que no se va a reelegir. Ha mentido varias veces, y esta vez no será la excepción.

 

Al tiempo. vladimir.galeana@capitalmedia.mx