Sermón Palaciego

AMLO
Foto: Noemí Gutiérrez 

Por: Vladimir Galeana Solórzano Sin lugar a dudas el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sigue empecinado en convertirse en el guía y orientador moral de los mexicanos, o para decirlo más claro, en el principal y único “sermonero” que todos los días puede señalar las oprobiosas conductas de sus adversarios políticos como […]


Por: Vladimir Galeana Solórzano

Sin lugar a dudas el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sigue empecinado en convertirse en el guía y orientador moral de los mexicanos, o para decirlo más claro, en el principal y único “sermonero” que todos los días puede señalar las oprobiosas conductas de sus adversarios políticos como él mismo ha denominado a esa confusa masa de hombres y mujeres a los que fustiga desde el púlpito mañanero, lanzando condenas a los adversos y loas a los adeptos.

El contenido religioso de sus discursos es similar al que vierten los principales elementos de las “modernas” iglesias que se han convertido en uno de los mejores negocios de los últimos años explotando la fe de los concurrentes. Esa misión pastoral es la que utiliza todos los días el Presidente de la República para comunicarse con los mexicanos, para reclamar comportamientos, o para denunciar acciones contrarias al espíritu de la llamada “Cuarta Transformación”.

Pero sobre todo, aprovecha el púlpito presidencial para seguir aleccionando a las clases sociales que dependen en mucho de los programas que ha inventado, y que le han servido para construir esa base social que finalmente lo llevó al poder, y a quienes tiene que atender de manera prioritaria para mantenerlos como integrantes del ejército que requiere y necesita, para antagonizar a quienes se oponen a su proyecto de gobierno y a la construcción de los nuevos paradigmas de largo plazo que necesita.

Bien dicen los estudiosos del fenómeno político y social, que el surgimiento de este tipo de gobernantes es producto del hastío y hartazgo por las malas decisiones gubernamentales, el alejamiento aspiracional de los menesterosos, y la descomposición gubernamental producto de la corrupción que suele enquistarse cuando las clases dominantes rompen los equilibrios y se asumen como necesarias para el bienestar de la nación, aunque en los hechos ese bienestar resulte solamente una quimera.

Andrés Manuel López Obrador ya se acostumbro a violar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y por desgracia los integrantes del Congreso están asumiendo a cabalidad su papel de cómplices. Hasta ahora no he escuchado un solo llamado de los elementos de la oposición en ese sentido, y eso quiere decir que por el momento el temor está por encima del patriotismo frente al “patrioterismo” de la avasalladora mayoría que detenta el partido en el poder.

Negros nubarrones se ciernen en el futuro de este país. El endiosamiento que los miembros de la mal llamada 4T sienten por Andrés Manuel López Obrador lo está convirtiendo, por desgracia, en la simiente de un oprobioso dictador. Desconozco si el señor Presidente pretenda convertirse en el Nicolás Maduro mexicano, pero el camino no es aprovechándose de la necesidad de los desposeídos y otorgándoles migajas, para que se sumen de forma incondicional al ejército que le permitirá trascender desgarrando esta patria que nosotros nos hemos construido. Así no Andrés Manuel.

 

Al tiempo. Vladimir.galeana@capitalmedia.mx