Sigue la pesadilla venezolana

 

Ayer la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que encabeza la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet dio a conocer su informe sobre la visita que realizó a la Venezuela tristemente todavía gobernada por Nicolás Maduro Moros y en él descubrimos lo que ya todos sabíamos, a saber, que […]


Ayer la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que encabeza la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet dio a conocer su informe sobre la visita que realizó a la Venezuela tristemente todavía gobernada por Nicolás Maduro Moros y en él descubrimos lo que ya todos sabíamos, a saber, que Venezuela es un país en el que existe una sistemática violación a los derechos humanos que en opinión de la alta comisionada Bachelet debe terminar cuanto antes.

 

Lo cierto es que las anomalías detectables en la realidad venezolana van mucho más lejos. Venezuela es hoy por hoy lo que podríamos catalogar como un antipaís. Su economía es un absoluto y total desastre por lo que si de por sí históricamente el país había presentado problemas de marginalidad y desigualdad, ahora la situación bordea los límites de la catástrofe humanitaria.

 

En Venezuela se ha tirado a la basura cualquier noción de primacía constgitucional. No existe más y desde hace un buen tiempo el más mínimo respeto al principio de separación e independencia entre poderes. El poder legislativo representado de manera espuria por la mal llamada Asamblea Nacional Constituyente y el judicial representado por el Tribunal Supremo son auténticos apéndices del régimen chavista encabezado por Maduro y en ellos no hay más que incondicionales incapaces de enfrentarse a los dictados procedentes del Palacio de Miraflores. Por otra parte algo similar puede decirse del Consejo Nacional Electoral dirigido por Tibisay Lucena o por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana dirigida por el ministro de defensa Vladimir Padrino.

 

Todos estos elementos han contribuido a que en Venezuela no haya vías de solución en el corto plazo para el conflicto político y económico por el que atraviesa y no se vea para cuando estas vías de solución se puedan configurar.

 

Otros países deberían de verse en el espejo venezolano para evitar que en ellos se generen las condiciones que han hecho que los venezolanos vivan en un infierno al menos aparentemente eterno.