Quien puede gobernar la Delegación Cuauhtémoc, puede con la CDMX: Monreal

 

Monreal, con miras a gobernar CDMX


“En esta mesa se discutió la última reforma electoral”, con esta frase nos recibe en su despacho alterno al del edificio delegacional de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal Ávila.

Busca convencernos de que es un político negociador, demócrata y soñador, y a pregunta expresa, realista, pero confiado por la encuesta publicada la semana pasada por El Financiero, que le da 11 puntos sobre la panista Xóchitl Gálvez, y 16 contra la perredista Alejandra Barrales.

Ha denunciado desvíos de fondos en diversas dependencias y personal de su demarcación desalojó a comerciantes ambulantes e intentó liberar calles cerradas para la filmación de una película pero se maneja cauto, porque sabe que en política cualquier falla puede ser el fin de sus aspiraciones, mientras habla del caso Cuarón.

“Es un error, aun cuando tuviese la razón, enfrentarte con un hombre que tiene autoridad frente a un político que puede tenerla, pero de entrada no tendrías de ninguna manera la confianza ciudadana por el desprestigio de toda la clase política.

“El hecho de aspirar y estar trabajando en un programa de Gobierno pueden acabar por un error , así como tu aspiración política; aquí y en cualquier parte, los políticos somos muy vulnerables”, asevera.

Pero al margen de los escándalos que pudiera generar su gestión, sentado frente a la mesa oval revela que estar el frente de la delegación Cuauhtémoc no es nada fácil, pues “todos los días hay asuntos que atender de urgencia, la delegación no sólo concentra los Poderes de la Unión, los federales, sino también los locales”.

Conciliar intereses de los tres niveles de gobierno con los empresariales –en la demarcación hay 40 mil unidades comerciales, de las cuales tres mil son restaurantes– es un gran esfuerzo, tan sólo en 2015 se realizaron 7 mil 420 movilizaciones, la mayoría en el Centro Histórico, precisamente donde se ubica la delegación.

El día de la entrevista, una movilización de ambulantes del Parque Pushkin, en la Roma Norte, obligó al mandatario a refugiarse en un despacho alterno.

Ahí, revela que quien pueda gobernar a la Cuauhtémoc puede, fácilmente, gobernar la CDMX y él está preparado para hacerlo, lo que ejemplifica con el ordenamiento que realiza en la demarcación, con el que busca combatir la corrupción.

“Tendrías más facultades, funciones e instrumentos de gobierno. La delegación, como está concebida jurídicamente tiene limitaciones, restricciones y espacios oscuros de manejo institucional. Somos tan dependientes del Gobierno central que nuestros recursos los maneja la Secretaría de Finanzas”, asevera.

Detalla que en su demarcación hay identificados 38 puntos donde se ofrece de manera abierta el sexoservicio de hombres y mujeres. Lo sabe, pero entiende que la Ciudad de México es un lugar de libertades, y quien pretenda gobernarla no puede, ni debe, intentar restringirlas.

Tampoco se puede abandonar al caos, por eso seguro, como está de llegar al Gobierno capitalino, hace un diagnóstico de la “región más transparente”, como la llamó Fuentes.

“La ciudad está enferma y requiere de una intervención quirúrgica rápida, inmediata, profunda… integral”, destaca.

Es necesario ordenar las manifestaciones, que no serán prohibidas, pero deben conciliarse con el derecho de los demás al libre tránsito. No lo dice, quizá no se atreve por temor a la crítica, pero es la regularización de las marchas.

Sostiene que en marzo se someterá a evaluación ciudadana y, aunque nada lo obliga a respetar la decisión, pidió al Instituto Electoral una carta que lo haga vinculante; es decir, si la gente lo pide, renunciará.

Aunque está seguro de que no sucederá, como tampoco perder la candidatura de Morena, pese a Martí Batres, quien aspira a contender.

También sabe que en política la traición es común, por eso exonera a López Obrador de los malos manejos de René Bejarano, Gustavo Ponce o César Yáñez, dinamita que no ha logrado acabar con Andrés.

Incluso, para Monreal lo que considera como ataques contra López Obrador, no tienen comparación en la historia del país, más que con hé- roes como Juárez o Madero.