Tensa visita. A 27 meses de la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa

 

Reconocen padres de estudiantes disminución del apoyo ciudadano


Cada paso iba al compás de una consigna, ¡ventiséis de septiembre no se olvida, es de lucha combativa! gritaba la multitud, entre ellos unos 30 normalistas que acompañaban la caravana de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, la cual partió de la Glorieta de Peralvillo y llegó por tercera ocasión a la Basílica de Guadalupe, donde les fue oficiada una misa por los obispos de Morelia, Carlos Garfias, y de Saltillo, Raúl Vera.

Los familiares de las víctimas del caso Iguala no descansan ni disfrutan de las fechas decembrinas. No con la ausencia de uno de los suyos desde hace 27 meses, cuando la policía municipal de Iguala, Guerrero, persiguió y atacó a estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”.

Bernardo Campos, conocido como “El Venado”, es padre de José Ángel Campos Cantor, desaparecido aquel 26 de septiembre de 2014. Su aspecto decrépito es un reflejo del cansancio y la diabetes que lo aquejan desde hace años; sin embargo, iba al frente de un movimiento social que le aviva la esperanza de encontrar a su hijo.

“Hemos sufrido mucho, yo no tengo paciencia porque estoy diabético y se me alteran los nervios.

Mi vida cambió mucho, abandoné a mi familia, a mi otro hijo, a mi esposa, que también está enferma, ya la operaron de los ojos”, lamentó.

La vida de campesino quedó atrás. Desde hace dos años ha recorrido varios rincones del país exigiendo justicia, aunque reconoció que el apoyo de la sociedad ha disminuido con el tiempo, y la atención de los medios de comunicación y el gobierno se ha perdido; por eso acudió a la Basílica de Guadalupe.

Nicanora García, es otra madre que asistió cargando consigo la imagen de la Virgen de Guadalupe y la de su hijo, Saúl Bruno García, víctima de Ayotzinapa. Se dijo cansada de tantas mentiras por parte del gobierno, pero confió en la Virgen Morena por su condición de madre.

“Tengo mucha fe y esperanza, porque la virgen también fue madre y también sufrió igual que nosotros, por eso ahorita vamos allá para que nos haga el milagro de que les ablande el corazón a aquellas personas que tienen la sangre negra, que nos entreguen a nuestros hijos”, sostuvo.

Cuando llegaron a las afueras del coloso de La Villa, personal de seguridad quiso obstruir el paso de la marcha cerrando la reja, lo cual fue impedido por Vidulfo Rosales, abogado de los padres de los normalistas desaparecidos, así como por otros simpatizantes del movimiento. “Es la casa del pueblo”, gritaban.

Gritos y empujones

En medio del conato de bronca y del arremolinamiento de periodistas, fieles católicos que circundan por el lugar observan con extrañeza la presencia de los quejosos. Uno de ellos, Carmelo Fernández, originario de Durango, no ocultó su molestia y arremetió contra los manifestantes: “Esta es casa de Dios, no está bien lo que hacen”, cuestionó.

“Estamos molestos porque nosotros venimos a ver a la Virgen y ellos vienen a hacer su política aquí, aquí yo creo que vienen hasta ateos, ¿por qué no reclaman allá afuera? Aquí reciben a todo mundo, pero a nadie le deben de dar trato especial”, sostuvo Carmelo Fernández.

No obstante, el obispo Carlos Garfias recibió a los padres de los normalistas y la multitud entró hasta el interior del aposento mariano. Los pobladores de San Mateo Atenco, quienes acompañan al contingente, bajaron sus machetes y el resto de las organizaciones también se encumbró en la Basílica.

Desde el atrio guadalupano se ofició la liturgia de mediodía. Obispos, presbíteros, monaguillos y creyentes centran su mirada hacia el frente posterior izquierdo, donde se concentra la manifestación.

Una cruz con la leyenda “Nos faltan 43” se asomó por lo alto y desde en medio de ese gentío emergió un coro desenfadado que interrumpe el acto solemne: “Ayotzi vive, la lucha sigue y sigue”.

“Como delincuentes”

Los manifestantes cuestionaron que la misa fuera celebrada a puerta cerrada, situación que calificaron de “injusta” pues les “cerraron la puerta en la cara”.

“Es vergonzoso que se haya realizado una misa y que al lado de los padres de los normalistas en el altar haya policías federales a los lados, ni en las reuniones que realizamos en la Secretaría de Gobernación tenemos policías federales, de ese tamaño ha sido el tacto que nos han brindado las autoridades religiosas y de la Básilica”, dijo Vidulfo Rosales.

Felipe de la Cruz, otro de los padres de los desaparecidos, dijo que los trataron como delincuentes.