La defensa de la autonomía universitaria “es una lucha inconclusa y un derecho que no está consumado”, afirmó el rector de la UNAM

 

La defensa de la autonomía universitaria “es una lucha inconclusa y un derecho que no está consumado, afirmó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue. En el marco de la conmemoración de los 90 años de la autonomía de la máxima casa de estudios, Enrique Grave, señaló que la autonomía nos […]


La defensa de la autonomía universitaria “es una lucha inconclusa y un derecho que no está consumado, afirmó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue.

En el marco de la conmemoración de los 90 años de la autonomía de la máxima casa de estudios, Enrique Grave, señaló que la autonomía nos ha dado libertad para acercarnos a la verdad y abrir derroteros al futuro.
Durante la ceremonia realizada en la Torre de Rectoría, el rector recordó a personajes e instituciones que han fortalecido la autonomía de universidades de México y Latinoamérica.

Asimismo, Enrique Graue otorgó medalla y diploma al exrector Pablo González Casanova; a la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara; a la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; y a la Universidad de la República de Uruguay. También, de manera póstuma, al diplomático Fernando Solana Morales y al exrector Alfonso Caso Andrade.

“Aun cuando sus vidas se desarrollaron en tiempos y contextos diferentes, todos tienen un aspecto que los une: fueron conscientes del valor de la universidad pública y asumieron los riesgos para obtener o proteger su autonomía. Defendieron el pensamiento independiente y el respeto a la diversidad ideológica, y rechazaron con firmeza las injerencias o intereses ajenos a la vida académica, aseguró el rector.
Destacó la labor del exrector Alfonso Caso, quien asumió la rectoría de la UNAM en 1944, cuando se encontraba en extrema polarización y su Ley Orgánica contenía imperfecciones.

“Caso fue designado rector y coordinó y redactó la Ley Orgánica que nos rige, y lo hizo con tal visión que sus bondades le han permitido a la Universidad Nacional la estabilidad interna que nos ha dado la posibilidad de avanzar y consolidarnos”.
También se refirió a Fernando Solana Morales, quien del brazo del rector Javier Barros Sierra defendió con pasión a la Universidad Nacional ante los embates del autoritarismo irracional e insensible. “Su digna actitud ante el conflicto de 1968 es ejemplo de la identidad y firmeza con la que tenemos que defender la autonomía en nuestra casa de estudios”.

Asimismo, destacó la labor del exrector Pablo González Casanova, quien en los años 70 encaró la creciente demanda de educación, y para ello se crearon el Colegio de Ciencias y Humanidades y el Sistema de Universidad Abierta, que dieron esperanza y futuro a una juventud deseosa de superarse y alcanzar mayores niveles de bienestar.
Dijo que con férreas convicciones buscó conciliar autonomía y sindicalismo sin agravar la vida académica universitaria. “Con González Casanova la UNAM, las causas sociales y la democracia en nuestra nación tienen una deuda invaluable”.

Al referirse a la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, Graue subrayó que enfrentó con inteligencia, entereza y valor las arbitrarias actitudes del poder estatal que quería estrangular económicamente a su institución. “No sólo logró resolver la crisis financiera, sino que elevó la calidad de la educación impartida y encabezó el esfuerzo de toda su comunidad para introducir una propuesta de Ley Orgánica de la Universidad Veracruzana”.

Asimismo, Enrique Graue distinguió a la Universidad de la República de Uruguay porque desde la segunda mitad del siglo XIX creó espacios de autodeterminación académica sin precedentes en el continente americano y desarrolló principios autonómicos que derivaron como precepto jurídico en la Constitución uruguaya de 1917.

“Su tradición de autodeterminación, así como su oposición a la tiranía y la intolerancia, es ejemplo para todos los universitarios de nuestro continente, y es oportuno hacer un reconocimiento a esa institución ante embates policíacos y militares que sufren universidades en la región centroamericana. Recordar las gestas uruguayas nos sirve para fortalecer la convicción del respeto que se debe tener a nuestras instituciones, no sólo para el cumplimiento de nuestras funciones sustantivas, sino para el ejercicio de la vida democrática de las naciones”.

En el caso de la Universidad de Córdoba, Argentina, rememoró que el año pasado se cumplió el centenario de su movimiento reformista que significó un cambio de paradigma en las relaciones entre las universidades, las sociedades y los Estados latinoamericanos.

“La desaparición de dogmas académicos y religiosos, y el acceso de las clases populares a la educación superior, materializaron el papel de las universidades públicas como centro generador de conocimiento, desarrollo y movilidad social de un país. El movimiento de Córdoba es el referente obligado y el sello distintivo de la autonomía latinoamericana”.