Así juegan Quidditch en la vida real

 

No tienen escobas mágicas, pero las ganas de volar sí


POR GABRIELA GUTIÉRREZ M. Y ANA PAOLA GUTIÉRREZ PARA LA REVISTA CAMBIO, DE CAPITALMEDIA

Desde hace 20 años, niños y adolescentes alrededor del mundo han crecido rodeados del ambiente mágico de Harry Potter, integrado por siete volúmenes publicados entre 1997 y 2007.

Para ellos, una simple rama puede convertirse en una varita mágica, Hermione y Harry se convirtieron en sus primeros amores imposibles, han deseado que su escuela fuese más como Hogwarts, y han vibrado cada vez que Harry Potter (Daniel Radcliffe) alcanza la snitch, la pelota voladora en un juego de escobas voladoras llamado Quidditch.

El mundo creado por la inglesa J.K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter, no podía conformarse con un juego común y corriente.

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La escritora creó una divertida y a la vez compleja dinámica, que involucra a dos equipos (de siete jugadores cada uno), que intentarán meter la pelota quaffle en medio de tres aros (la portería) y atrapar la pelota snitch –aquella que en la película tiene alas veloces como de colibrí– y con ello ganar el partido. Y aunque los muggles –como se denomina en Harry Potter a las personas no mágicas– no pudieron dar vida a estos personajes fantásticos, ni enamorar a Hermione, sí consiguieron traer a la vida al Quidditch, cuya popularidad les ha permitido celebrar un torneo mundial de este mágico deporte cada dos años, desde 2012.

No, en el Quidditch muggle no hay escobas voladoras. Los jugadores tienen que correr tras cuatro pelotas en un campo en forma de pastilla de 55 por 33 metros con tres aros de cada lado, con un palo entre las piernas, que simula ser la escoba –sí, un palo– lo que, más allá de las burlas que llega a generar, agrega una gran coordinación y complejidad.

Una de las grandes peculiaridades de este juego es que no se divide por ligas de género –femenil o varonil–, sino que hombres y mujeres juegan juntos, integrados. “Me causa mucho orgullo saber que hay mujeres compitiendo con hombres a la par. En el Quidditch no hay prejuicios. No hay obstáculos.

Lo mismo jugarían todos juntos personas de cualquier orientación sexual, religión o raza”, dice Alberto Santillán, presidente de la Federación Nacional de Quidditch (QMX).

ORIGEN ESTUDIANTIL

El Quidditch muggle comenzó entre dos amigos, Xander Manshel y Alex Benepe, estudiantes de la Universidad de Middleburry, Vermont, Estados Unidos, en 2005. Manshel y Benepe se dieron a la tarea de estudiar todas las reglas que debían respetar a fin de jugar conforme lo hacían en Harry Potter. Los adeptos no tardaron en llegar. Para 2007, ya se celebraba en torneos intercolegiales. Desde entonces, lo juegan más de 500 equipos en 30 países, sin que México sea la excepción.

En este país, el primer equipo se formó en 2012, en Tijuana. Se trató de los Qwertyrians, y entre sus fundadores estuvo el propio Santillán.

Actualmente, existen 11 equipos y unos 200 jugadores registrados ante la QMX. Además, desde 2014, México envía su selección con los mejores jugadores a los mundiales. Uno de los seleccionados en 2016 es Jonathan Rosales, médico cirujano de profesión y un amante del Quidditch desde hace tres años: “El ambiente en los mundiales no se trata de rivalidad. Es hermoso ver tantas razas, tantas creencias, asiáticos, los latinos, jugando, disfrutando una pasión y divirtiéndose juntos”.

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Con excepción de la selección de Estados Unidos, se sincera Flores: “La única rivalidad parecía estar con Estados Unidos. Ellos llevaban todo un equipo detrás del equipo: entrenadores, aguadores, asistentes. Estaban serios, cruzados de brazos, sin entrar a las actividades integradoras. Iniciábamos una ola y ellos se quedaban parados”.

En el contrapeso, el seleccionado de Quidditch mexicano relata otra anécdota: entre todas las selecciones nacionales cooperaron con el objetivo de pagar el viaje de la selección de Uganda –único representante africano–, pero el gobierno de Alemania, donde se celebró el pasado Mundial, les negó la visa y no pudieron ir. Entonces, como un gesto solidario, se planteó que un futuro torneo se celebre en Uganda.

ES PARA TODOS
Los equipos de Quidditch en México practican en parques públicos, y aunque la mayoría de sus integrantes son fans de Harry Potter, sus vidas no giran en torno al niño de la cicatriz en forma de rayo.

“La gente estigmatiza el deporte por estar relacionado a Harry Potter. En línea, llegan a ser ofensivos, a burlarse porque corremos con un palo entre las piernas. En vez de ver que estamos haciendo un deporte”, dice Uriel Peña Morales, capitán del equipo Chintolobos, que entrena en el Parque Naucalli, en el Estado de México.

Para Uriel, el Quidditch se ha convertido en una hermandad. “Como capitán veo por cada uno de los chicos. No sólo te preocupas en el juego, sino fuera de la cancha. Que estén bien afuera para que den lo mejor dentro del campo”.

En el Quidditch todos tienen un lugar, sin ligas separatistas, por género, edad o pericia. Para muchos de sus miembros, se ha convertido en el primer deporte en el que encajan y sí, corren con un palo de escoba entre las piernas, pero como dice Jonathan: “En realidad, sí volamos porque nos divertimos tanto, corremos tanto, nos emocionamos tanto, que nos sentimos voladores”.

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