¡Gracias por todo, Héctor Suárez!

 

Este actor y comediante mexicano se enfrentó al poder a través de la risa, dejó su huella con personajes muy entrañables en el cine y mostró su pasión por el trabajo sobre los escenarios del teatro.


Grande, maestro, guerrero, pilar, amigo, brújula, artista, arrojado, inteligente, polémico y pasional son algunos de los adjetivos con los que amigos y conocidos recuerdan al actor y comediante Héctor Suárez (1938-2020), quien, después de una larga batalla contra el cáncer, falleció ayer a los 81 años de edad.

Para Guillermo Wiechers, productor y exmanager del comediante, la trayectoria de Suárez Hernández fue espectacular y el haber podido convivir con él, más allá de lo profesional, “fue un regalo de la vida”.

Guillermo asegura que siempre estará agradecido con el “Tío Colibrí”, como llamaba a Héctor Suárez, porque más allá de su talento creativo y de su potencia para hacer personajes inolvidables, confió en él como productor, manager, amigo y, como en algún momento le llegó a confesar a Anabel Ferreira, como un hijo.

Siempre enfrentó su enfermedad con entereza, con dignidad y elegancia, podría llegar al camerino a encerrarse y apagar la luz de lo mal que se sentía, pero de eso a echarnos a perder la tarde, jamás, nunca

– Guillermo Wiechers

Productor

“Con Héctor yo llegué a convivir tres años y medio de lunes a domingo, siempre fue un guerrero que le dio batalla al cáncer que desde hace cinco años le fue diagnosticado en la vejiga. Nunca se rajó, nunca planteó cancelar una gira o una función, siempre estuvo al pie del cañón y, además, con un gran sentido del humor”, relata el productor de Jesucristo Superestrella.

A veces se invertían los papeles y Guillermo se tenía que convertir en el adulto y Héctor en un niño de ocho años al que se le tenía que andar cuidando, porque de pronto se desaparecía para irse a comprar un chocolate.

El gran premio después de hacer tours de prensa en provincia para promover espectáculos, relata Guillermo, era llevarlo al cine, como a las siete de la noche y don Héctor preguntaba, como si Guillermo fuera su papá, “oye, hijo, ¿me puedo comprar unas palomitas?”, lo cual le provocaba mucha ternura a Wiechers.

“Cuando nos incorporamos al proyecto periodístico de Carmen Aristegui, en 2017, para hacer sketches de humor político, a alguien le habrán incomodado a tal grado de que recibimos una amenaza de muerte a los cuatro meses, pero se portaron muy bien Miguel Ángel Osorio Chong y Roberto Campa, de la Secretaría de Gobernación, porque cuidaron nuestra integridad por algún tiempo, no nos dejaron solos y nos hicieron sentir que podíamos gozar de libertad de expresión”, comparte el productor.

Y es que Héctor Suárez nunca le tuvo miedo al poder, al contrario, siempre se burló de él e hizo de su comedia una fuerte crítica social. Todo su trabajo, todos sus personajes llevaban no solo a hacer reír a la gente, sino a hacerla pensar.

“Con los límites de un sistema muy represivo, siempre se opuso a la corrupción, a los funcionarios burócratas. También cuestionaba ciertos rasgos de la cultura popular. Creo que él quiso que la gente pensara, que cambiara”, opina el doctor Pablo Moctezuma Barragán, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Héctor fue de gran influencia, trabajó 60 años, incluso en sus últimos momentos de vida, ya estando no tan bien de salud. Iba, incluso, a empezar un programa de televisión junto a su amiga Anabel Ferreira: Ahí va el golpe.

Moctezuma Barragán lo recuerda como un hombre muy valiente, porque, además de las amenazas de 2017, también vivió la represión y la censura, porque terminó vetado, lo corrieron de Televisa y se enfrentó a Salinas Pliego en TV Azteca.

UNA VIDA DE FRUTOS

En una ocasión, el actor Carlos Ancira le dijo “don Héctor, nunca permita que el tiempo lo rebase”, y por otro lado, el maestro José Solé, quien llegó a dirigirlo en varias ocasiones, le comentó “don Héctor, tiene la personalidad de un guerrero espartano”, consejos que Suárez le compartió a Guillermo Wiechers.

“En cuanto a esa personalidad de guerrero espartano, me quedo con la congruencia de Héctor Suárez entre lo que decía, lo que hacía y lo que promovía. Era un hombre que podía estar en paz por los desafíos que enfrentó en lo personal y en lo laboral, en ese sentido él me enseñó que en ocasiones uno enfrenta en soledad las más grandes batallas, y de hecho ese era el libro de la autobiografía que nunca publicó, Las águilas vuelan solas, los ojetes en parvada, de ese tamaño era la valentía de don Héctor”, platica Guillermo.

La familia de Héctor Bonilla y Héctor Suárez siempre fueron muy cercanas, ellos se querían mucho, por eso cuando se encontraban se demostraban el cariño que se tenían.

“Siempre me dio la impresión (Suárez Hernández) de que disfrutó mucho de la vida, que era un hombre alegre, con éxitos y fracasos como todos, pero a mí me dio la sensación de que era un hombre satisfecho con lo que había logrado y creo que eso es digno de celebrarse”, afirma el actor e hijo de Héctor Bonilla, Fernando Bonilla.

Para este joven actor, muchos de los personajes de Suárez visibilizaron el humor popular y el sector mayoritario de este país; sin embargo, “lo hizo con solvencia y con dignidad, como una especie de homenaje desde la ficción”.

Carlos Carona, director de teatro, tuvo la oportunidad de trabajar al lado de Suárez en el monólogo La señora de tu casa, de Dario Fo, y ahí pudo constatar que se trataba de un hombre que en tele, cine y en teatro siempre hizo un tipo de comedia a la cual le fue muy bien, por lo que tiene que ser recordado como uno de los grandes comediógrafos del país.

“Creo que fue un parteaguas en la manera de hacer comedia en la televisión, pocos lo han hecho con ese nivel de calidad, de personajes tan memorables y al mismo tiempo con ese nivel de crítica social. Considero que lo que él hizo con ¿Qué nos pasa? en los años 90 no tiene precedentes, porque reunía muchas cualidades”, afirma Corona.

HÉCTOR SUÁREZ, UN HOMBRE DE CINE

Fernando Bonilla reconoce que Suárez Hernández fue un actor que exploró muchos tonos y aunque muchos sólo lo conocen por su comedia y trabajo en la televisión, también fue actor de cine que tuvo papeles dramáticos muy atinados, opinión que respalda Hugo Villa, director general de la Filmoteca de la UNAM.

“Aparte de que tuvo una carrera muy expansiva que arrancó por ahí de principios de los años 60, es parte de una generación de actores que empiezan a formarse de una manera distinta para ser actores a lo que venía tradicionalmente pasando con el cine nacional, sobre todo con el que entendemos como de la época de oro”, explica Villa.

Para el experto en cine es de llamar la atención la participación de Héctor en la cinta Para servir a usted, de José Estrada, en donde interpretó a un mesero que se enamora de una prostituta representada por Claudia Islas.

“Ahí, creo, que hay un gran duelo de actuación junto con Enrique Rambal. También está su participación en Mecánica nacional, en donde hace un personaje formidable que representa un poco el berrinche permanente de algunas clases sociales en México, creo que lo hace increíble y me parece una de sus más memorables actuaciones que tiene en el cine”, asegura Villa.

Suárez Hernández también actuó en el cine de los 80, claramente decaído, un cine que de repente ya no pudo de ningún modo ocultar sus deficiencias técnicas y económicas.

“Tuvo un personaje que se apoderó de la memoria que es ‘El tirantes’, este vividorcillo enamorado de esa Lagunilla de los 80 en México; pero sobre todo tuvo su monumental película El mil usos, creo que ahí fue capaz de usar todas las herramientas técnicas y humanas que tenía como actor para hacer de un personaje como Tránsito Pérez, que fue absolutamente memorable, que representó a toda una época y a toda una generación de mexicanos que fueron olvidados, marginados y castigados muy duramente por el sistema”, dice el director general de la UNAM.

Héctor Suárez nunca dejó de hacer cine, en 2002 trabajó con Fernando Sariñana en Ciudades oscuras; en 2012 hizo Suave patria y en 2019 estrenó Mentada de padre. “Su trabajo en cine me parece de una muestra de constancia, dedicación y amor al trabajo”, indica Hugo Villa.