La década del Caballero Oscuro

 

Recordamos The Dark Knight a diez años de su estreno


Por: Luis Funes @LuisBaladez

Hace 10 años los superhéroes ardieron en la pira que encendió Cristopher Nolan al dirigir The Dark Knight, pese a las 40 películas de súpers que se han estrenado desde su lanzamiento, ninguna está a su altura: la crítica especializada la considera la mejor cinta basada en cómics de la historia.

La película es un hito: no es el reiterativo argumento de sujetos con superpoderes salvando al mundo, el universo y todo lo demás, sin rasguños y mucha destrucción a su alrededor. Es un drama.

Historia propia de Nolan y David S. Goyer (escritor de las mejores aventuras de los números 51 de JSA), hay guiños a The Batman #1, The Long Halloween, The Dark Knights Returns y The Killing Joke, es el Batman de Nolan.

El argumento es simple: una lucha entre el bien y el mal representados por Batman (Christian Bale) y The Joker (Heath Ledger), los dos absolutos que se desenvuelven en un contexto gris: lo neutro simbolizado por Harvey Dent (Aaron Eckhart) es llevado al límite por los extremos: “mueres como un héroe o vives lo suficiente para volverte un villano”.

Batman no gana en esta historia: el protagonista es The Joker, sin pasado ni futuro, una fuerza de la naturaleza, el ser desatado, la locura, la fría y pura razón. La oscuridad humana encarnada, a la que muchos aspiran pero pocos se convierten.

“Sólo se vive sin reglas”, es una de las tantas frases memorables del personaje de Ledger, que se siente completo al chocar con Batman, quien sigue una sola regla “no matar”, el estricto código moral del encapotado es desesperante; el espectador se identifica con el antagonista que ejerce una libertad sin límites: mata, roba, juega con la mente de sus víctimas, “soy un hombre de gustos sencillos, un par de balas y unos barriles de gasolina me bastan”, dice mientras quema una montaña de dólares.

The Joker no busca asesinar a Batman pero sí quebrarlo, le demuestra que incluso “El caballero Blanco (Harvey Dent)”, con un poco de “anarquía” inyectada cae en la oscuridad; la tragedia se desarrolla en un ambiente claroscuro que hace sentir “casi real” el metraje (la cinta no requirió del CGI). Es una buena historia, a secas.

La actuación de Ledger lo imortalizó, The Joker es la maldad segura de sí misma; Batman es el bien con su carga de dudas y perdidas irremediables, su destino es chocar por toda la eternidad, le espeta el payaso al enmascarado, mientras el primero cuelga en el vacío y la cámara gira conforme da su soliloquio plagado de existencialismo y sinrazón, con una carcajada que rompe el silencio.

The Dark Knight y su vigencia se reflejan en sus dos Oscar (Mejor Montaje de Sonido y Actor de Reparto, póstumo para Heath Ledger); es la única cinta de su género en alcanzar dichas cimas.

Ni Spidy desvaneciéndose en brazos de Stark lo ha logrado.