Marconio en un mundo paralelo

 

Por Juan Carlos Castellanos C. El narrador oral habla de la construcción de las leyendas que se escuchan en México. México 24 Jul (Notimex).― Marco Antonio Vázquez, conocido entre los narradores orales como Marconio, ostenta orgullosamente un oficio, como él mismo lo considera, tan noble como atractivo, tan encantador como difícil de llevar a cabo. […]


Por Juan Carlos Castellanos C.

El narrador oral habla de la construcción de las leyendas que se escuchan en México.

México 24 Jul (Notimex).― Marco Antonio Vázquez, conocido entre los narradores orales como Marconio, ostenta orgullosamente un oficio, como él mismo lo considera, tan noble como atractivo, tan encantador como difícil de llevar a cabo.

Es narrador oral, relator de la calle, cuentacuentos dedicado a glosar mitos, tradiciones, leyendas, historias, cuentos, relatos e incluso chismes (decires no constatables de los acontecimientos, rumores que se creen ciertos, cuchicheos que confirman o niegan los sucesos). Niños y niñas son sus más entusiastas oyentes.

―En ese amplísimo abanico están las leyendas ―dice quien asegura tener su mayor nicho informativo en la época colonial―. En ese periodo histórico se unieron dos culturas: la herencia prehispánica y la imperial europea, ambas con narrativas de diferente cuño bajo las cuales nacieron numerosas leyendas importantes.

Marconio señala que a veces, erróneamente, la palabra “leyenda” remite a las historias de terror:

―No es así, necesariamente ―dice―. La leyenda es un sucedido, un hecho o un personaje que traspasa las líneas del tiempo, las dimensiones de su propia muerte para convertirse en algo legendario que poco a poco se va alimentando por la voz popular.

Es decir, al paso de los años el imaginario popular va incrustando en ese relato sus sueños o sus fantasías: “Las leyendas poseen un calendario histórico; sin embargo, en ocasiones se olvida el contexto para sólo concentrarse en el hecho fabuloso, como que un piano toca solo o cosas así.

Datos espeluznantes y hechos fantásticos como un aparecido en cierta calle de la ciudad, una moja que pena en la Catedral de Durango o unos muertos que sorprenden a los vivos acaparan la atención de la gente:

―En toda leyenda debe considerarse el contexto histórico ―subraya Marconio―. Una leyenda que no lo es pero se cuenta como tal, y que yo cuento como un mito, es la historia de La mulata de Córdoba. Para mí es un hecho histórico de la primera rebelión de negros que hubo en Latinoamérica, en San Lorenzo de los Negros, una reservación del siglo XVII donde se confinaba a esas personas para ser esclavizadas o ejecutadas.

La mulata del mito, dice Marconio, se refugió cerca de esa zona, en Córdoba:

―Es una historia de reivindicación racial y de justicia social. No nada más se debe citar que se fue en un barco que ella misma dibujó en su celda de San Juan de Ulúa o del Tribunal del Santo Oficio de la Ciudad de México; ese hecho tiene un contexto histórico valioso.

 

Acercamiento al otro y a lo otro

Dice Marconio que en el caso de la mujer de Córdoba, más allá del hecho fantástico, lo importante es que ella reivindicó su condición de mulata descendiente de negros, así como su grito libertario:

―Para mí, esas son las cosas importantes que se deben recuperar de los relatos ―afirma Marconio, quien suma ya un cuarto de siglo como narrador oral, oficio que lo ha llevado a visitar, a la fecha, 25 países contando y escuchando narraciones.

Por eso sabe que el público para las leyendas es el infantil:

―Ellos las piden mucho, porque su imaginación accede rápida y fácilmente a los mundos posibles que ofrece toda narración oral, particularmente la leyenda. Cualquier narración, independientemente de si se trata de un mito, una tradición, una leyenda, un cuento, un relato o un chisme nos conecta con el otro protagonista de la historia, que padece el conflicto como lo padeceríamos nosotros, y a lo otro (lo prohibido, lo lejano, lo extraño, lo insólito, lo increíble, lo raro)…

Solamente a través de la literatura en general, pero en especial de los cuentos, es posible sentirnos cercanos a eso que en la vida real nunca vamos a ver, resalta Marconio:

―Por eso a los niños les encanta tener contacto con La Llorona o con La mulata de Córdoba, porque no hay otra manera de acercarse a esos personajes, raros y tan lejanos…

Es un mundo paralelo posible, “porque nuestro periodo colonial nos llega de un modo emotivo mediante las leyendas como las contadas en Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Ciudad de México, Puebla o Guadalajara, ciudades donde se forjó la que José Vasconcelos llamó Raza de Bronce, a la que pertenecemos”.

Personajes prehispánicos, dice Marconio, “ya nos quedan muy lejos”:

―Debido a que somos producto de una mezcla cultural nos identificamos más con la Colonia. En una segunda vuelta, en un segundo bucle, podemos identificarnos con algunos personajes legendarios previos a la llegada de los españoles, pero simbólicamente nos quedan mucho más lejos.

Hay que “pensar que para que una leyenda sea considerada como tal deben pasar, al menos, cien años, para que ese suceso o personaje trascienda al imaginario popular”. Eso quiere decir, de acuerdo con el becario del Fonca 2017-2019 en la especialidad de Creadores con Trayectoria, que hoy se están construyendo las leyendas del futuro.

-Fin de nota-

NTX/JCC/VRP