PRIMERO SUEÑO, DESCIFRAR EL ECLIPSE

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La Décima Musa, el Fénix de América, la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz, escribió decenas sino es que centenas de obras, entre poemas, obras de teatro, villancicos, misas, autos sacramentales, etcétera. A decir por ella misma, todas fueron por encargo excepto una, el poema Primero Sueño, al que se ha citado miles de veces y otras tantas se ha estudiado. En la mayoría de los casos, las referencias sobre él son que es críptico, oscuro, difícil o adjetivos similares. Sin embargo, no es así, se trata simplemente de la descripción poetizada del eclipse lunar ocurrido la noche del 21 de diciembre de 1684, como lo ha descifrado el ingeniero y amante de las letras Américo Larralde Rangel.

Incluso, de la lectura correcta, como él la llama, de dicho poema largo escribió el libro El eclipse del sueño de Sor Juana, editado en 2012 por el Fondo de Cultura Económica (FCE). Todo empezó tras una reunión que cada lunes acostumbraba a tener con un grupo de amigos para leer y comentar poesía. Uno de ellos leyó la mencionada obra y le preguntó su opinión sobre la misma. Le dijo que le parecía muy interesante, pero, en tono de broma, le dijo que ya lo explicaría en un libro.

Lo primero que hizo notar es que está escrito en hipérbaton, es decir un tipo de construcción latina, con gramática alterada, pero con un buen ritmo e ideas que le gustan mucho. Pudo vislumbrar entonces que la monja y escritora se refería a un eclipse de Luna. Entonces, por azares del destino primero publicó un artículo en la revista llamada El Zaguán, que dirigía Ernesto Velázquez, pero de ahí dio el salto para escribir el mencionado libro con su descubrimiento.

En charla con Litoral, Américo Larralde desmenuza el texto como lo hace en el libro. Así, cuando se refiere al padre de la luz ardiente, está hablando por supuesto del Sol, y al escribir al antípoda opuesto se refiere, claro está, a la Luna. Asimismo, en el inicio escribe: Piramidal, funesta de la tierra / nacida sombra, al cielo encaminaba / de vanos obeliscos punta altiva, / escalar pretendiendo las estrellas…, que no es otra cosa que la sombra de la Tierra que avanza sobre la Luna.

Pero había que fundamentar la hipótesis, para lo que a través de una calculadora de entonces en la que se podían programar ejercicios comprobó que un eclipse de esas características, es decir durante el solsticio de invierno, sucedió en la noche del 21 de diciembre de 1684, es decir con Sor Juana Inés de la Cruz en plena actividad y fue cuando la monja jerónima escribió este largo poema. Ningún otro fenómeno similar sucedió antes ni sucedería después en más de 300 años.

Se debe tener, además, el contexto que se trata de una época importante para ella, pues ya había empezado a publicar y a ser reconocida dentro y fuera de la Nueva España.

Igualmente, continúa en este ejercicio de esclarecimiento, en el poema se refiere a que el conticinio casi ya pasando / iba y la sombra dimidiaba, lo que no es otra cosa que la descripción de la llegada de la mitad del fenómeno celeste. El ingeniero de profesión resalta que a lo largo del poema la poeta va describiendo y nombrando a las diferentes constelaciones conforme van pasando ante su mirada por el cielo nocturno. El elemento que confirmó su hipótesis para convertirse en tesis es que en el Primero Sueño como en otras obras suyas, entre ellas el Neptuno Alegórico o en El divino Narciso, hace mención del griego Arato, quien fue el primero en describir el cielo de una forma poética. “¡Eureka!”, el círculo se ha cerrado.

NTX/RML/LIT19

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