RECUPERAR EL ESPÍRITU RENACENTISTA

 

La modernidad, el ritmo y las costumbres que imponen la actualidad han hecho que la especialización sea la dominante por sobre el conocimiento amplio, multitemático y horizontal. Lejos, muy lejos quedó el espíritu renacentista, cuando los creadores se caracterizaron por hacer no sólo una cosa sino muchas a la vez, por lo que los seres […]


La modernidad, el ritmo y las costumbres que imponen la actualidad han hecho que la especialización sea la dominante por sobre el conocimiento amplio, multitemático y horizontal. Lejos, muy lejos quedó el espíritu renacentista, cuando los creadores se caracterizaron por hacer no sólo una cosa sino muchas a la vez, por lo que los seres humanos deberían proponerse recuperar ese espíritu, en particular los artistas y no ser un técnico de alguna actividad, un oficio, para ser considerados verdaderamente como tales.

Ese es la actitud que asume el ilustrador y animador argentino Fernando Vázquez Mahia, nacido en Buenos Aires, Argentina, pero residente en España, y quien es el ganador de la décima edición del Catálogo Iberoamérica Ilustra, cuyo premio consiste en cinco mil dólares y ser el diseñador del mencionado catálogo, quien en plática con Litoral expresa su deseo que todos fuésemos un poco como los artistas del Renacimiento, quienes no hacían una sola cosa sino 20 diferentes, con lo que demostraríamos que existe la posibilidad de explotar todas las capacidades que tenemos.

Así lo indica al explicar su forma de trabajar, para la cual señala que es vital estar con todos los sentidos abiertos, atentos a lo que ocurre en la vida diaria, en todos los ámbitos, a lo que incluso da mayor relevancia sobre los conocimientos que ha adquirido en su formación académica. Vázquez Mahia ha dibujado toda su vida, desde lo niño lo hacía, durante su etapa de educación básica y ya en la etapa de bachillerato se inscribió en un instituto especializado en dibujo y publicidad para luego estudiar Bellas Artes en su ciudad natal y posteriormente en Madrid, donde vive y desarrolla su trabajo.

Dice que una frase que le gusta mucho citar es del escritor francés Stendhal (1783-1842) es la siguiente: Fueron las otras artes las que me han enseñado a escribir, porque es lo que guía su ímpetu creativo, pues siempre tiene todas las antenas abiertas, le puede inspirar la música, la literatura y otras muchas cosas. Incluso gusta de cocinar de y de tener plantas, a las que cuida con esmero hasta el grado de informarse sobre botánica para obtener mejores resultados. Es decir, él mismo sigue el espíritu renacentista que recomienda.

Igual relevancia confiere al tiempo que, como los buenos vinos, deben tener de reposo los conocimientos, la inspiración que le vienen de diferentes materiales y situaciones, para que todo tome su lugar, se organice y luego sea el detonante de un trabajo original.

En ese sentido, expone que para su trabajo ganador se inspiró en un libro que leyó hace un tiempo, titulado El río, del etnobotánico canadiense Wade Davis, quien trabaja en Harvard. En ese libro habla, entre muchas cosas, de la historia de su maestro Richard Evans Schultes, a quien se considera el padre de la etnobotánica moderna, y quien en los años de la década de 1940 viajo mucho, lo hizo a México y a la amazonia peruana y colombiana, buscando y dando a conocer plantas que se convirtieron posteriormente en medicamentos. También trabajó el tema del caucho y era una persona muy conservadora y tuvo gran reconocimiento hacia las culturas latinoamericanas.

Anota que en su trabajo no piensa demasiado en el público al que irá dirigido, gusta de hacerlo sabiendo en que lo verá lo mismo un niño o una niña, que un a una adolescente o un a una adulta, pues ilustra con la misma intensidad e intensión. Además, piensa que los infantes retienen el mismo mensaje que se les trasmite al igual que los adultos, e inclusive más. Lo que sí es que en su trabajo se distingue por contener distintas etapas de lectura en las que se puede ir sumergiendo. Es decir, si se observa una figura o un rincón de la ilustración se nota que contiene otras lecturas más, otros dibujos o niveles más por los que se puede ir para el disfrute. Dentro de una imagen, pues, hay pequeñas historias que se suman a la imagen mayor, a lo que se quiere contar.

Uno de los elementos que encontró el jurado al decidir seleccionarlo ganador del premio, consistente en cinco mil dólares y ser el ilustrador del mencionado catálogo, y que recibirá el 2 de diciembre próximo en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, organizadora junto con editorial SM del certamen, es la relación que mantiene su trabajo visual con el movimiento literario del realismo mágico, respecto de lo cual Vázquez Mahia dijo coincidir pero sobre todo porque considera que la magia, sucesos que ocurren sin poder ser explicados por la razón existen, más allá de esa corriente literaria a la que se puede ver también como una categoría creada para la venta de libros de escritores latinoamericanos.

El ilustrador argentino también se desenvuelve en el trabajo de animación, actividad en la que mantiene las mismas ideas y forma de trabajo, lo único que cambia, acota, es que requiere de mayor planeación previa al inicio de la actividad, pues implica plazos y otros compromisos que se firman con el contrato respectivo y que implican más tiempo de trabajo. Caso aparte es lo que en este arte hace por interés propio o para sus amigos, en los que se arriesga más, lo que puede significar tomar caminos que no lo llevan a ninguna parte, pero que no toma como errores, porque todo deja una enseñanza.

Fernando Vázquez Mahia se dedicó durante un tiempo al diseño gráfico y editorial, luego de lo cual decidió dedicarse a lo que más le gusta, la ilustración y la animación. Ha diseñado varios carteles para conciertos musicales y como animador su trabajo ha sido seleccionado en varios festivales internacionales, ganando en 2015 el primer premio en el Concurso Nibiru del Roma Web Fest y en 2018 recibió la beca de residencia Irudika.

NTX/RML/LIT19