Sí hay derecho, chato

Recuerdan en la Basílica a Cantinflas, a 25 años de su muerte
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A 25 años de la muerte de Mario Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas (1911-1993), la fundación que lleva su nombre celebró ayer, en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, la tradicional misa que recuerda y honra a uno de los comediantes más importantes de habla hispana, y al más reconocido cómico mexicano de todos los tiempos.

“Mi tío cumple un cuarto de siglo de haber fallecido y, como cada año, le hacemos su misa aquí en la Basílica de Guadalupe para recordar su labor en la comedia y todo lo que nos dejo a los mexicanos”, señaló Eduardo Moreno Laparade, vicepresidente de la Fundación Mario Moreno, creada a partir de su fallecimiento.

Desde antes del mediodía, el comediante callejero Carlos Hernández Gil se dio cita en el atrio del santuario religioso. Ferviente admirador de Cantinflas, Hernández Gil viajó disfrazado del icónico peladito, desde Valle de Chalco, donde vive. Mientras espera, algunos parroquianos se sorprenden de verlo con los pantalones a la cadera, playera raída, sombrero y paliacate. Con sus peculiares bigotes pintados, Carlos saluda a todos. Y cuando se animan a pedirle una selfie, el imitador no se hace del rogar: “Pero pa’luego es tarde, chato”.

“Mucha gente me pregunta por qué me visto así, y lo hago porque me dicen que me parezco a Cantinflas; así que, para darles gusto, me disfrazo como él, aunque la verdad me ha dejado varias satisfacciones hacerlo, y esa es una de las razones por las que hoy estoy aquí en la Basílica de Guadalupe”, señaló Hernández Gil.

Agregó que “la película que me más motivó para disfrazarme como él, fue Águila o Sol, pues cuando la vi dije: De aquí soy y de aquí me agarro”.

En la misa del ganador del Globo de Oro en 1956, también estuvieron presentes algunas personas beneficiadas de la fundación, quienes, en sillas de ruedas o en bastón, llevaron cargando imágenes con el rostro siempre sonriente del considerado “Charles Chaplin mexicano”.

“Mi papá me llevaba a las carpas y ahí lo conocí; pero como era un niño, no entendía su forma de hablar. Luego, mi papá me explicaba, porque el pueblo siempre ha entendido su forma de comicidad. A partir de entonces, empecé a ver película tras película que hacía, desde las que hacía en blanco y negro, hasta las de a colores, como El patrullero 777; hasta la fecha, no dejo de verlas. Soy su gran fan. ¡Qué bonitas películas eran!”, evocó Jaime España Nava, seguidor de Cantinflas, quien también se dio cita en La Villa.

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