SOR JUANA Y LA MÚSICA

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La capacidad intelectual de Sor Juana Inés de la Cruz nunca ha estado a discusión. Todo mundo reconoce y admira su capacidad de entender y llevar más allá los conocimientos de su época. Y esto incluye a la teoría musical, materia que dominaba conforme a los conocimientos más recientes para su época, pero además contribuía con sus propias ideas.

De igual manera, dichos conocimientos los incorporó a su obra, tanto a la ensayística, como a las discusiones y tomas de postura que mantuvo en su correspondencia; en su poesía, loas y obras de teatro. Así lo muestra Gabriela Villa Walls, maestra en música y doctora en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su tesis de titulación de maestría El Melopeo y Maestro, “bizagra engarzadora” de la literatura y la música en Nueva España.

En plática con Litoral, la experta no deja espacio para dudas sobre su admiración por la escritora nacida en 1648 y muerta en 1695. Incluso, si antes la admiraba, tras su estudio, al que dedica un apartado de un capítulo a su caso, lo hace más. Es admirable su capacidad intelectual, afirma, pues por el tiempo que le tocó vivir, el que fuera monja y mujer, el que haya reunido y dominado amplios conocimientos es doblemente valioso.

Su tesis tiene el interés de entablar una relación entre la música y la literatura que se hacía en el siglo XVII en la Nueva España, para lo que estudia a los teóricos de entonces. A Sor Juana le relaciona con Pietro Cerone, compositor italiano que trabajó mucho en España, incluso varias de sus publicaciones las hizo en castellano, entre ellas El melopeo y maestro, tratado de música theorica y práctica: en que se pone por extenso; lo que uno para hazerse perfecto musico ha menester saber, publicado en España en 1613.

Dicho volumen llegó a las colonias, entre ellas Nueva España, y la Fénix de América lo conocía, como lo demuestran varios de sus textos donde lo utilizó. Igualmente, en ellos vertió conocimientos y discusiones que contiene esa publicación, incluso en algunos de sus poemas, como por ejemplo el Romance 21.

El tratado tiene una intención enciclopédica, más de mil páginas, y abarca lo que hasta entonces se conocía sobre la música, desde los griegos con Pitágoras y Platón. Para su investigación localizó dos ejemplares, uno en Oaxaca y otro en Puebla, pero Octavio Paz refirió la existencia de otro con comentarios de la poeta, aunque Villa Walls nunca pudo localizarlo.

Fue un texto muy usado y comentado en México, y uno de los maestros de capilla que lo mencionan es el compositor de la Catedral Metropolitana, Francisco López Capillas, contemporáneo de Sor Juana; sin embargo, la poeta lo conoció por sí misma y lo aprovechó como se ha dicho, para sus trabajos ensayísticos y su poesía, en el mencionado romance. En la Carta a Sor Filotea o en su conocida como Loa 384 tiene referencias directas e indirectas, entra a su discusión y, lo mejor, aporta ideas y soluciones.

Por ejemplo, desde los griegos y hasta el Medioevo, los conocimientos se dividieron en las pertenecientes al Trivium, es decir la gramática, la dialéctica y la retórica, y el Cuadrivium, o la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. En el Renacimiento toma fuerza que la última más bien permanecía al primer grupo o, por lo menos, funcionaba como un puente o intermediario entre uno y otro. Así lo plasma Cerone y de la misma forma lo considera Sor Juana, como se puede ver claro en la Loa 384.

Lo que a ella le interesaba de la música era la parte matemática, abstracta, alimentando su interés en trabajos como el de Cerone, y discusiones antiguas sobre la teoría musical también forman parte del discurso sanjuanino. Por todo lo anterior, sin duda es de admirar las capacidades de las que dio muestra Sor Juana Inés de la Cruz.

NTX/RML/LIT19

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