The Card Counter, lo nuevo del guionista de Taxi Driver y Toro Salvaje

 

Cinco años después de First Reformed, Paul Schrader vuelve a ofrecer un retrato de la sociedad americana, esta vez ambientado en el mundo del juego


The Card Counter, lo nuevo del guionista de Taxi Driver y Toro Salvaje 

Cinco años después de First Reformed, Paul Schrader vuelve a ofrecer un retrato de la sociedad americana, esta vez ambientado en el mundo del juego.

Paul Schrader vuelve a ponerse tras la cámara para filmar The Card Counter a partir de un guion escrito por él mismo. En esta historia de redención se nos presenta a un exmilitar experto en interrogatorios que, tras cumplir condena en prisión, se reinventa como un jugador profesional obsesionado por las probabilidades, tanto dentro como fuera de las mesas. El protagonista de esta historia solo juega sus cartas tras calcular al detalle sus opciones de éxito y fracaso, pero esto también se extiende a cualquier pequeña decisión con la que se topa: si alguien le ofrece una taza de café en un motel, evalúa si valdrá la pena pensando en el tiempo que lleva hecho y la cantidad que todavía queda en la jarra.

Oscar Isaac interpreta a William Tell, un personaje con el que Schrader introduce uno de esos juegos de palabras con el nombre de los que tanto gusta. Además de la obvia referencia al famoso as de la ballesta suizo del siglo XIV, en el mundo del poker, un “tell” es un gesto o patrón inconsciente que ofrece información sobre la mano o próxima acción de un jugador, por lo cual supone una debilidad para quien tiene el tell y una fortaleza para quien sabe leerlo. A igual que le sucede a William, algunos de los tells más significativos se dan debajo de la mesa, fuera de la vista de los rivales, en los movimientos de las piernas de los jugadores, algo que nos lleva a la siguiente reflexión: a veces, las fórmulas fallan debido la imposibilidad de tener en cuenta información clave en los cálculos. 

En esta película, el juego se despoja de los oropeles con los que se nos presenta en títulos como Ocean’s Eleven y aparece como una actividad intelectual y exigente, como un mundo con reglas propias, más allá de las directrices de cada tipo de partida. Tenemos a Tiffany Haddish como La Linda, una mujer que pretende que William, al que se refiere como “B”, aproveche su talento en partidas de poker. El problema surge cuando las emociones pasan a jugar un papel relevante en su plan. 

En segundo plano está Tye Sheridan, Cirk. Su padre fue compañero de Tell y sufre las consecuencias psicológicas de su paso por la prisión de Abu Ghraib. Tell acoge a Cirk como su tutelado y Shrader aprovecha esta relación para explicar al espectador las normas que subyacen a la vida del jugador profesional. La combinación de las líneas narrativas nos presenta un retrato de las crisis existenciales por las que transita el americano medio. Isaac, en una de las mejores interpretaciones de su carrera, es capaz de transmitir la angustia y la autoexigencia que acosan a su personaje en todo momento. No resultará extraño verlo como candidato a los grandes galardones de la temporada, y ya hay quien lo apunta como sucesor del mejor actor del año pasado, Anthony Hopkins.

En cuanto al trabajo de Shrader tras las cámaras, vuelve a constatar que su idea de la estética cinematográfica sigue en la línea de lo que vimos en propuestas anteriores. La austeridad, salvo en los flashbacks de padre de Cirk, vuelve a ser la tónica en la búsqueda de la honestidad de la narrativa. La imagen nos ofrece “tells” que profundizan y descomponen la información que presentan los diálogos. La construcción de los personajes se ve atravesada por una reflexión sobre la violencia, no necesariamente física ni explícita, que acompaña a la mayoría de los trabajos del director septuagenario. La forma en la que lo intrincado del guion se presenta al espectador sin costuras es extraordinaria, construyendo una crítica nada superficial sobre el ciudadano estadounidense y una reflexión sobre la naturaleza de la edificación del yo norteamericano para enfrentarse a una sociedad que ya no ofrece la estabilidad que prometía.

En el apartado de la producción, nos encontramos a Braxton Pope, Astrakan Film AB y David Wulf, lo que convierte a The Card Counter en una coproducción entre Reino Unido, Estados Unidos y China. Figuran como coproductores Redline Entertainment y Saturn Streaming, pero también LB Entertainment, Grandave Capital, Enriched Media Group Limited y One Two Twenty Entertainment. Los responsables de las ventas internacionales son HanWay Films.