Alebrijes, sueños hechos realidad

 

Seres fantásticos toman forma en las manos de maestros artesanos cuyas creaciones han sorprendido al mundo


Los sueños son reales. Están ahí, los experimentamos noche a noche; son benéficos y liberadores.

Ese momento, efímero, que a veces es posible mantener en la memoria, aún despierto, abarca nuestros deseos pero también nuestros temores y nuestros intereses más personales.

Los sueños se repiten y se comparten; por lo menos eso asegura el investigador Bill Domhoff quien se ha dedicado a recopilar más de 20 mil reportes de sueños en todo el mundo para analizarlos.

Muchos compartimos el sueño de la caída de dientes, en el que estas desnudo en público o el de una persona que te amenaza.

Sólo algunos privilegiados sueñan cuestiones extrañas, surrealistas y otro grupo menor aún pueden recordarlas. Un puñado de estos, sólo un puñado, trata de hacer tangible lo que soñó a través del arte. Ejemplos sobran y se dice que Salvador Dalí fue uno de ellos.

Otro de los que hicieron algo con sus sueños fue Don Pedro Linares, un mexicano que en 1932 cayó gravemente enfermo y sufrió de sueños verdaderamente alucinantes.

Cuenta la historia que lo que enfermó a Don Pedro, cuando era un jovenzuelo, fue una úlcera, que en aquellos tiempos era complicado tratar.

María Elena Gómez Ventura, quien es esposa de uno de los nietos de Linares, ha contado que conoció al señor quien le confesó que en sus sueños aparecía un misterioso bosque con un camino que conducía a una luz.

Don Pedro narraba, cuentan sus conocidos, que mientras caminaba hacia la luz las nubes se convertían en misteriosos animales que en conjunto, o uno por uno, le gritaban ¡alebrije!, ¡alebrije!

Para quienes pensaban que los alebrijes nacieron en Oaxaca, la verdad es que una vez recuperado, Don Pedro empezó a usar cartón para dar vida a sus sueños, esos que casi le cuestan la vida, en un pequeño taller ubicado en la calle Oriente 30, justo atrás del popular mercado de Sonora en el entonces Distrito Federal.

¡Loco! ¡Brujo! Le giraban a Pedro cada que sacaba a tratar de vender sus ahora famosos alebrijes a la calle. Pero la fortuna le pintó bien y alguien se llevó su obra al extranjero en donde tuvieron gran reconocimiento.

A Linares le fue otorgado el Premio de Ciencias y Artes en 1990 dos años antes de que muriera, a la edad de 86 años.

Hay otra historia, no oficial, que cuenta que en realidad los alebrijes ya existían, no llamados así, pero creados por el artista plástico José Gómez Rosas, El Hotentote.

En su trabajo, el maestro plasmaba figuras zoomorfas y fantásticas, donde combinaba partes de reptiles, aves, anfibios, insectos y demás seres.

Cuenta la historia que El Hotentote era el encargado de organizar y crear la ambientación de la fiesta de máscaras en la que políticos y miembros de la élite empresarial mexicana se daban cita con una única condición: usar máscara.

Según narra Ricardo Linares Zapién, en declaraciones recogidas por el sitio Vice, en alguna ocasión José Gómez Rosas pidió la ayuda de un jovenzuelo artesano, precisamente Pedro Linares, que se destacaba en ese entonces en el uso del color en su trabajo y le pidió algunas figuras de cartón para la bacanal de máscaras.

Según Linares Zapién, quien no tiene parentesco con Don Pedro, pero que también se dedica a los alebrijes, el creador le preguntó al artista qué era lo que quería específicamente a lo que El Hotentote contestó: “toma un Judas, ponle cola y unas alas de murciélago”.

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Fuentes:
www.bbc.com
www.vice.com
http://www.notimex.gob.mx

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FF