Deja Juan Gabriel legado musical inigualable

 

En la década de los 70 despega la carrera del Divo de Juárez


Víctima de un infarto fulminante al miocardio, falleció el cantautor Alberto Aguilera Valadez, conocido como Juan Gabriel.

El artista, que el viernes ofreció un concierto en el Forum de Inglewood, de los Ángeles, California, ante unos 17 mil 500 espectadores, se encontraba en su residencia de Santa Mónica, en el mismo estado norteamericano, cuando sufrió el infarto.

El deceso del “Divo de Juárez”, ocurrió alrededor de las 11:30 horas local (las 13:30 horas tiempo del centro de México).

Hasta el cierre de edición, no se determinó si sus restos serán enviados a México, donde ya se prepara un homenaje, para ser sepultados o si será creado y sus cenizas retornadas a nuestro país.

La comunidad artística de México manifestó su pesar por la pérdida de este prolífico cantautor, que tiene registradas más de mil 800 canciones y es uno de los pilares de la Asociación de Compositores de México.

En redes sociales se han emitido más de un millón de menciones al hashtag #JuanGabriel y se convirtió en tendencia global.

Cientos de personas acudieron a su casa en Juárez para rendirle un homenaje, aunque el artista no habitaba esa casa desde hace tiempo.

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Pasado

El 7 de enero de 1950, en una pequeña casa de Parácuaro, Michoacán nació el décimo de los hijos del matrimonio de Gabriel Aguilera y Victoria Valadez, una historia que se encuentra rodeada del misterio sobre su origen.

Su padre, hombre trabajador del campo, presumiblemente perdió la razón y obligó a su familia a abandonar las tierras michoacanas en busca de un lugar donde vivir en paz, mientras él era internado en el hospital psiquiátrico de La Castañeda.

Su madre, viajó por varios estados del país, hasta llegar a Chihuahua, donde se empleó en una casa como trabajadora doméstica, ésta sería la gran marca para el pequeño Alberto Aguilera Valadez.

En su momento, Carlos Monsiváis documentó en su ensayo, “Escenas de Pudor y Liviandad”, “Había una vez una ciudad llamada Juárez en la frontera de México con Estados Unidos. Allí vivía un adolescente solitario, ajeno a la política y a la cultura, aficionado irredento de las cantantes de ranchero, de Lola Beltrán y Lucha Villa y Amalia Mendoza la Tariácuri”.

En esta descripción del joven aspirante a cantante, Monsiváis reconstruyó parte de esa historia que quedó atrapada en una nebulosa de especulaciones, inventos y silencios, en los que el propio cantante no pudo explicar su verdadero origen. Monsiváis lo definió como “ese joven, furiosamente provinciano (cosmopolita de trasmano, nacionalista del puro sentimiento que) creaba por su cuenta una realidad musical nomás suya, la síntesis de todas sus predilecciones que no existía en lado alguno, y para su empresa disponía de la memoria (en donde resguardaba las melodías que no podía llevar al papel pautado), del ánimo prolífico, de una guitarra, de muchos sueños y de la casualidad de que en el país decenas de miles intentaban lo mismo: componer para hacerse famosos, componer por no hacer arte sino con tal de representar sentimientos y situaciones”.

Sin mucho éxito, logró que a los 16 años le permitan cantar en un bar de Ciudad Juárez de nombre “Noa Noa”, al que dedicará una de sus canciones más pegadoras y famosas, aunque su inquietud por destacar lo llevará muchos kilómetros rumbo al centro del país.

Recién llegado a la Ciudad de México, sin apoyo ni fortuna, comenzó su peregrinar por las diferentes disqueras e incluso sufrió un encierro injusto provocado por un robo de una guitarra que le achacaron sin pruebas, era el México de finales de los años 60.

Monsiváis describió así el momento en que despegará la carrera musical, de quien sería bautizado como El Divo de Juárez. “Y la luz al final del túnel: un ser humano excepcional, la cantante de ranchero Enriqueta Jiménez La Prieta Linda, lo recibe en su casa, le graba los frutos de su inspiración, y le insiste a los directivos de su compañía: ‘Tienen que contratarlo. No se arrepentirán’.

Ya entrado en los gastos de la metamorfosis, Alberto padece un segundo bautismo. Ahora será, con resonancias arcangélicas, Juan Gabriel así como se oye, según conviene en la época donde los apellidos nos interesan porque el impulso demográfico taló todos los árboles genealógicos.

En 1971, el debut profesional: Juan Gabriel es tímido y protegible, es vulnerable y expresivo, y sus primeras composiciones celebran a una juventud alegre, intrascendente y levemente anacrónica, cuya limitación esencial es cortesía de la realidad” Nace así una de las figuras más prolíficas de la cultura popular mexicana: Juan Gabriel.

En su haber cuenta con 62 discos, más de mil 800 composiciones, ha sido interpretado por artistas de América Latina, pero también de Europa. Su fama creció hasta niveles insospechados, gracias a un proceso de identificación con su público, como explicó Carlos Monsiváis en “Escenas de pudor y liviandad”.

“De inmediato las quinceañeras lo adoptan y lo adoran, si el verbo adorar describe de manera adecuada la compra de discos, no se ha dado cuenta que me gusta, no se ha dado cuenta que la amo, los canturreos que ocupan semanas enteras, los telefonazos a las estaciones de radio, los suspiros ante la sola mención del nombre, la formación de clubes de fans… Y la lucha moral contra la intolerancia de padres y madres y novios: ¿Pero cómo puede gustarte ese tipo…? Muy mis gustos”, escribe Monsivais.

Rechazado por algunos, dadas sus inclinaciones sexuales, Juan Gabriel, es víctima de chistes crueles y sexistas. Situación que al michoacano, adoptado por Ciudad Juárez, parece no importarle, porque incluso los más rudos y difíciles sucumben ante lo pegajoso de sus melodías, ¿quién puede decir que nota tarareado una melodía de Juanga, como se le conoce popularmente?.

Incluso el hombre que no dudó en asegurar que ordenó la represión estudiantil para mantener la seguridad en el país, reconoció, nos recuerda Monsivais, que debajo de esa piel curtida, las letras de las canciones de moda sirven para explicar las situaciones cotidianas.

A principios de 1977, en la inaudita entrevista de prensa al ser  nombrado embajador de España, el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz declara ‘Aquí me tienen, como dicen ahora, en la misma ciudad y con la misma gente’. ¡Santo Pedro Armendáriz! ¡El hombre del 68 cita a Juan Gabriel! ¿A dónde iremos a parar, seño Eduviges?”.

Este domingo, dejó de existir Alberto Aguilera Valadez, Juan Gabriel, descanse en paz.