Especialistas en nutrición han determinado tras realizar un análisis de más de una década, que los enojos liberan hormonas como el cortisol y la adrenalina.
Al realizar un estudio, reveló que estas hormonas son las encargadas de regular los niveles de glucosa, mandan una señal que le hace creer al organismo que necesita liberar más energía y es por ello que aumenta la sensación de hambre.
Este incremento en la ingesta de alimentos provoca un exceso de nutrientes, los cuales no permiten al organismo deshacerse de proteínas y grasas que provocan el aumento de peso.
Los especialistas descubrieron que la gente que se enfadaba con mayor regularidad sentían hambre varias veces al día.
Al comer más y no desgastar la energía tras el coraje, la glucosa ingerida en los alimentos acababa por convertirse en grasa.
En su estudio los especialistas también indicaron que las hormonas producidas durante los enojos también se hacen presentes cuando una persona está tensa, temerosa o estresada.
El informe divulgado también descubrió que durante una pelea provocada por el mal humor aumentan los niveles de insulina que van a la sangre, lo que también acaba por aumentar la sensación de hambre.
En otras palabras, si el peso es un problema en un organismo, mantenerse en un estado mental equilibrado puede ayudar a reducirlo.
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