Entre cuatro expertos monitorean 35 volcanes

 

Científicos mexicanos apoyaron a autoridades de Guatemala


MONSERRAT MÉNDEZ

 

Tras la erupción del Volcán de Fuego, en Guatemala, que dejó un saldo de 110 personas fallecidas, 197 desaparecidas y 12 mil 823 evacuadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) rindió un informe sobre el apoyo que brindaron expertos de esta casa de estudios a vulcanólogos del país centroamericano.

Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica, indicó que el apoyo consistió en tres pasos, el primero un diagnóstico de los sistemas de medición, particularmente los sismológicos y de emisión de gases; el segundo, con el fin de colaborar con los colegas del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) de Guatemala, para levantar las redes que hubiesen caído debido a la erupción y, en tercer lugar, con una capacitación sobre la interpretación de los datos.

Los especialistas Denis Legrand y Robin Campion apoyaron a los vulcanólogos guatemaltecos.

Campion indicó que lo que más los impactó fue la situación en que se encuentra la vulcanología en el país centroamericano: “Hay cuatro vulcanólogos para monitorear 35 volcanes, de los cuales, tres son de los más activos del mundo. Tienen muy pocos equipos, recursos, trabajan todos los días de la semana, 24 horas al día y son gente muy voluntaria, con mucho entusiasmo, que no cuentan sus horas de trabajo, sus esfuerzos. Me molestó que no tengan más apoyo de sus autoridades”.

Además, indicó Campion, se hicieron propuestas como la puesta en marcha del sistema de escalas de alerta volcánica, “cuatro niveles en función de la actividad volcánica y definen las acciones que deben tomar vulcanólogos y protección civil”.

El verde es cuando es un volcán tranquilo y la acción es mantener funcionando al menos un sismómetro y, de vez en cuando, tomar temperatura de fumarolas o muestreo de agua para establecer una línea base.

Los otros tres colores de la alerta, similar a la que hay en México, son el amarillo, que identifica a un volcán que está despertando, por lo que sugiere aumentar la cantidad de sistemas de monitoreo y hacer mapas de riesgos; naranja es para un volcán que está a punto de despertarse o en actividad permanente pero moderada, que puede presentar rápidos cambios de actividad. En este caso se propuso tener al menos cuatro estaciones sísmicas en permanencia y hacer mediciones de gases, ya que son una amenaza latente.