Así sobrevive el graffiti en México

 

Acudimos a Iztapalapa para platicar con Becker, integrante del crew UHK


El graffiti es una expresión urbana que por medio de marcas, principalmente realizadas con aerosol, pero sin dejar de lado plumones y stickers, denota territorialidad, comunicación y en algunos casos cuestiones artísticas, con mensaje incluido.

Desde que las primeras placas o tags (en el discurso coloquial llamadas firmas) aparecieron en los trenes y paredes de Nueva York, a finales de los sesentas, hasta que artistas reconocidos a nivel mundial se apropiaron de muros para realizar verdaderas obras de arte (caso Banksy), el debate alrededor del graffiti ha girado en torno a su definición estética.

En México, el graffiti es relativamente joven teniendo, en su rama más artística, sus bases en el muralismo y en las calles de la Tijuana de los setentas, en donde los jóvenes comenzaron a delimitar sus barrios con murales similares a los de los chicanos que en ese entonces vivían en Los Ángeles.

Ya sea con bombas, tags, firmas, tridis o murales los jóvenes buscan, a través de una marca, hacerse presentes en las ciudades coloreando muros, marcando territorios y dejando algún mensaje que muchas veces tiene que ver con la apropiación de la calle, ese lugar que a nadie y a todos pertenece.

UHK. Foto: www.facebook.com/kercs.uhk

Al graffiti se le asocia con vandalismo, pero también con música (hip hop), deporte (skate boarding) y con colectivos culturales que trabajan con jóvenes en zonas de Neza, como la organización Neza Arte Nel, e Iztapalapa, como la organización Chavos Banda de la OJR, en donde inclusive hay maestros que se dedican a enseñar a las nuevas generaciones todo lo relacionado con este tipo de expresión urbana.

Capital Media platicó con uno de esos maestros, un graffitero de Iztapalapa, cuyo sobrenombre o placa es Becker, quien nos ayudó a comprender por qué esta expresión urbana cuasi artística sigue vigente en nuestro país.

Roberto, nombre real de Becker, inició en el graffiti desde los 10 años (ahora tiene 36), cuando vivía en la delegación Azcapotzalco. Un año después emigró a Iztapalapa, una de las cunas importantes de este tipo de expresión urbana -junto con Neza-, donde vio los primeros murales que lo impactaron de la mano de su padre, quien es taxista y no perdía oportunidad de llevarlo a que observara el proceso de realización de las pintas que se hacían en el barrio.

“Cuando tenía 15 años empecé a comprar aerosoles y a practicar en una barda trasera de mi casa. En ese tiempo íbamos a los Sanborns, a la sección de revistas a ver las estadounidenses de graffiti, no a comprarlas pues su precio era elevado. Me quedaba con una imagen y trataba de emularla en mi casa”, nos contó Becker.

En 1997 Roberto comenzó a ir a las expos de graffiti que se realizaban en la Ciudad de México y que eran “underground” pues “sólo la gente que pintaba sabía de ellas”. En esos lugares aprendió más sobre graffiti, instrumentos, el uso de las válvulas y los aerosoles.

“En esta época conocí a una de las personas que me influyó con su técnica para graffitear: Koka, que fue quien me animó a pintar en una expo que realizó ‘Chavos Banda’, y cuyo mural que realizamos salió publicado en una revista”, contó Becker.

Koka. Foto: www.facebook.com/kokaengel1
Koka. Foto: www.facebook.com/kokaengel1

El también aerografista confesó que, aunque lo hizo, lo suyo nunca fue el graffiti ilegal pues “no le gusta dejar las cosas a medias” y en el caso de las bombas (letras de un nombre, tag o crew redondeadas que tienen profundidad) “me gustaba meterle más arte, un buen relleno, brillo… y en la ilegalidad la prisa es lo permanente“.

Para Roberto, tanto los tags como las bombas, los stickers y murales son graffiti pues “éste inició por medio de los tags, de una persona pintando su nombre. Ya después evolucionó de tal manera que ahora hay gente que hasta pinta con pincel… hay street art, creaciones hechas en stickers y pegadas en algún lugar visible, pero finalmente no se pierde la esencia de lo que es el graffiti: dejar tu huella en un lugar para que lo gente lo vea”.

“Muchos graffiteros trabajan para que los vean, pintando su nombre en prácticamente toda la ciudad, otros lo hacen para obtener reconocimiento, algunos lo han logrado incluso en planos internacionales, pero yo lo hago por gusto y para pintar me fijo mucho en la barda, en que sea un lugar tranquilo, aunque no sea muy concurrido. No me preocupa que sea visto por todo el mundo. Ahora lo hago más por desestresarme”, confesó Roberto.

Sobre la prevalencia del graffiti en México y el mundo, Becker considera que este tipo de arte, como él lo califica, continúa presente y se seguirá expandiendo debido a que es un modo de expresión que “en mi caso me ha dado la oportunidad de dedicarme a eso y vivir de él, conocer gente, viajar, participar en expos, recibir premios”.

En este punto, Roberto enfatizó la importancia de los crews de graffiteros en donde la amistad y el “carnalismo” permean ante las situaciones comunes y adversas que enfrentaban juntos… “Con Kercs y Kiyoshi formé el UHK que en un tiempo consideré como mi familia. Íbamos en la Prepa 5, pintábamos y nos retroalimentábamos, aprendimos a quitarle la presión a la lata para hacer líneas delgadas, a mezclar colores, usar válvulas”.

UHK. Foto: www.facebook.com/becker.uhk

En cuestión de identidad juvenil, Becker recordó la relación que se dio entre graffiti, ska y skate boarding, allá en los noventas “cuando los chavos íbamos a los conciertos masivos de La Matatena, El Panteón, La Tremenda y la Sekta con nuestras mochilas repletas de aerosoles, stickers, plumones y algunos hasta con su patineta“.

“Cuando fue el boom del graffiti, del 99 en adelante, lo fue también del ska y del skateboarding. Se creó un núcleo de identidad juvenil “único” en esa época. En mi caso, mi género musical preferido, aparte del high energy, ha sido el ska, entonces viví la época de manera natural”, abundó Roberto.

Actualmente Roberto es maestro en el Deportivo Chavos Banda de Iztapalapa, en donde se ofrecen talleres encaminados a reforzar el sentido de comunidad en el barrio y a fomentar entre los niños y adolescentes alternativas para alejarlos de las adicciones y la violencia.

“Entré a Chavos Banda en 1997 por los cursos de graffiti que daban. Yo buscaba profesionalizar mi carrera y me uní a las brigadas que iban a los barrios más pesados de Iztapalapa a pintar bardas con mensajes alusivos a las drogas y el daño que causan a la salud, en contra de la violencia y a convivir con la banda y platicar sobre esos temas.

Cuando ellos abrieron el primer taller de aerografía gratuito que hubo en México, yo entré como alumno. Estuve un año y después recibí la invitación para empezar a dar los cursos básicos de aerografía en 1999, que hasta la fecha los sigo dando”, contó Becker.

El maestro abundó que Chavos Banda ha trabajado con varias organizaciones a nivel mundial, lo que los ha llevado a ganar varios concursos como el Hábitat por el Planeta que se realizó en Turquía y cuyo galardón les permitió construir más aulas para sus cursos.

“Estoy convencido de que una persona con cultura jamás te va a asaltar, a violar, a violentar. Para tener cultura no necesitas dinero, sino herramienta y personas que te enseñen. En Iztapalapa hay una enorme población juvenil e infantil que busca alternativas reales que las casas de cultura o centros comunitarios, donde dan clases de costura, no les ofrecen. Los chavos quieren aprender a pintar con técnica, a construir con calidad, a crear con sentido”, dijo Roberto.

“En la organización damos clases de música, aerografía, alebrijes, tecnología, producción musical, radio por internet, podcast y más, enfocados a que los alumnos puedan tener una opción económica; se les enseña a vender su producto, a ofrecer sus servicios”, abundó el profesor Becker.

Para finalizar, el graffitero pugnó por que en la Ciudad de México, en las urbes, se creen escuelas de graffiti para profesionalizar este tipo de arte que “se va a seguir expandiendo” y del cual México es digno representante en concursos o expos que se realizan en el extranjero.

“No hay que ver al graffiti como un problema. Hay que invertir en poner una escuela de graffiti, en apoyar a los jóvenes para que salgan al extranjero a mostrar su trabajo, apoyar las exposiciones de este tipo de arte y no encarcelar a los jóvenes que realizan murales”, finalizó Becker.

Koka. Foto: www.facebook.com/kokaengel1

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Fuentes digitales: 

http://graffiti134.blogspot.mx/

http://doggshiphop.com/historia-del-graffiti-en-mexico/

https://www.repro-arte.com/historia-arte/graffiti/

http://www.lamudi.com.mx/journal/el-graffiti-en-mexico/

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