¿Aún hay hippies en México?

 

El abrumante individualismo bajo el cual vivimos nos hace pensar que no


Dice el maestro José Agustín, en su libro “La Contracultura en México”, que en realidad hippies no hubo en nuestro país, sino Jipitecas que guardaban algunas similitudes con el núcleo de identidad juvenil –y no tan juvenil- formado en Estados Unidos que nació como respuesta, y protesta, a la guerra de Vietnam. 

El movimiento hippie, que en gran parte del mundo se constituyó ideológicamente alrededor del pensamiento zen, se caracterizó, en Estados Unidos, por ser pronunciadamente antibélico, ecológico y liberal en aspectos como el sexual y el familiar. Nada de estereotipos occidentales ni tradicionalismos arcaicos, dirían algunos especialistas. 

En nuestro país, los Jipitecas, término que el maese Agustín retomó del antropólogo Enrique Marroquín, se nutrieron de la cosmogonía indígena y asumieron el rol de re descubridores del México subterráneo, aquel que paradójicamente vivía en las montañas y que conservaba – conserva – sus ritos y tradiciones. 

Los Jipitecas, pues, emulaban en su vestir a los indígenas de finales de los sesentas; se ataviaban con manta, huipiles, sarapes, huaraches e intentaban comprender la interpretación del mundo de este sector de la sociedad.

También se adentraron en la religión y se interesaron en los procesos curativos indígenas que la mayoría de veces se nutrían de la herbolaria, peyote y hongos incluidos. 

Los viajes espirituales y terrestres eran importantes entre estos jóvenes que, a comparación de sus símiles estadounidenses, no tuvieron que vivir los estragos de una guerra, pero que si eran hijos, o nietos, de la Revolución mexicana y de las condiciones que esta había generado en el país. 

Los Jipitecas se enfrentaron a los esquemas rígidos de la sociedad mexicana que en los sesentas, con unas Olimpiadas en puerta, pensaba que un mundo mejor devendría y que la modernidad por fin llegaría al país.  

Fueron los hijos de la clase media, en su mayoría, que decidieron juntarse con el otro, con el hijo de la servidumbre quien en muchas ocasiones se los llevó a su pueblo a conocer la otredad, una que existía pero que pocos se interesaban en ver. 

El movimiento tuvo su auge, como en todo el mundo, en la década de los sesentas, pero hoy muchos se preguntan si perduró, si trascendió generacionalmente, si en pleno siglo XXI, en donde las redes sociales y la tecnología predominan, aún existen. 

Los hippes y Jipitecas, dicho sea de paso, siempre pugnaron por un acercamiento cuidadoso con la naturaleza, anteponiendo el conocimiento a la explotación. 

Foto: Cuartoscuro

¿Existen, entonces, aún Jipitecas en nuestro país? 

La terminología siempre describirá un suceso preciso dentro de la historia. Los términos usados para catalogar algo simple o complejo como un núcleo de identidad, un aparato o un evento quedan inscritos en la temporalidad del momento y difícilmente se pueden seguir utilizando para definir cuestiones que han cambiado a través del tiempo. 

Como término, como etiqueta, como movimiento, los Jipitecas dejaron de existir hace por lo menos 40 años, aunque es cierto que actualmente hay núcleos de identidad juvenil que retoman elementos de esta tribu, que no urbana, que en décadas pasadas creyera que un mundo mejor era posible y que la paz y el equilibrio mundial podrían llegar algún día.   

Los hippies modernos aún merodean por nuestros rumbos, por ejemplo en los Pueblos Mágicos como San Cristóbal de las Casas, Tepoztlán y Taxco. 

Son ahora viajeros que ya no viven en comuna, que proceden de una familia de clase media o alta pero que mantienen esos valores ecológicos y de cuidado a la naturaleza y, ahora, a los animales; vegetarianos la mayoría y ataviados aún con manta, huaraches, rebozos y adornos prehispánicos. 

Este grupo de jóvenes mantienen cierto romanticismo por lo que fue y no volverá, transmiten vía streaming, viajan por periodos largos y documentan todo en sus redes sociales, cosa impensable en la década de los sesentas. 

La psicodelia y la creencia de que existe un estado de conciencia mayor, al cual puedes llegar ayudado por algunas drogas, hoy se ha transformado en la organización sideral, por medio de redes sociales, para crear grupos e irse a viajar, recoger basura en algún parque o ir a hacer yoga. 

Los neo Jipitecas, por llamarlos de alguna manera, mantienen viva la creencia de ayudar al prójimo, a la naturaleza, de conocer otros mundos, pero ya no cargan con ese sufrimiento mental de los hippies, quienes, en su gran mayoría, eran hijos de los protagonistas de una guerra mundial. 

Por lo mismo, las utopías ya no forman parte del consciente de esta nueva generación. 

Actualmente hay sitios de Internet de modas que sugieren atuendos hippies recomendando siempre usar blusas bordadas, huaraches de cuero, aretes de piedra o material reciclado, minifaldas o pantalones de manta y chalecos de piel… El hippie se ha comercializado como un símbolo de la cultura pop. 

Se puede deducir, entonces, que en México ya no hay Jipitecas sino jóvenes que se identifican con algunos de los tópicos que sus antecesores defendían y llevaban a cabo como el cuidado a la naturaleza, agregando el cuidado animal, los viajes, ahora más terrenales y el conocimiento de su cultura para ensalzarla. 

Esta nueva generación ya no conserva la idea de que el mundo puede ser mejor pues las utopías sociales han desaparecido para dar paso a las individualidades, propicias del modo de vida contemporáneo que deja poco tiempo para pensar en el devenir. 

¿Tú qué opinas? 

Puedes leer más notas del AUTOR:

¿De dónde viene el Xoloitzcuintle?

Los lugares de culto a los cuales se iba a bailar

FF