Así inició el boom de los juegos de mesa

 

Competir, conquistar e interactuar con seres humanos de carne y hueso


AUTOR: KATTYA GUTHER

Estábamos tan aburridos que bajamos las polvosas cajas del armario ¿Turista o Monopoly? Prefería turista, pero por decisión de la mayoría colocamos el tablero del señor con bigote blanco y bombín. Esa fue la última decisión que realmente tomamos. A partir de ese momento, la suerte y los dados decidieron el destino de la partida… Mi última decisión ese día fue no volver a jugar juegos de mesa.

Años más tarde, alguien me convenció de jugar, con la promesa de que su juego involucraba astucia y capacidad de negociar. Ese día colonicé una isla, le construí asentamientos y rutas comerciales. Me convertí en una conquistadora.

El juego era Catán, creado en 1995 por el alemán Klaus Teuber –a la fecha ha vendido más de 22 millones de copias en 30 idiomas–. Es un juego donde el tablero siempre es distinto y cada jugador puede ganar eligiendo diferentes caminos. Para muchos, Catán comenzó la revolución de los juegos de mesa modernos.

No es casual que fuese un alemán quien lo diseñó, pues es en Alemania donde sucede la Feria SPIEL (juego en alemán), que este año reunió a 182 000 personas en un espacio de 44 100 metros.

La tradición de los juegos de mesa en Alemania se remonta a principios del siglo pasado, y para los años ochenta concentró la mayor producción de juegos de mesa per cápita del mundo.

Estas prácticas lúdicas alemanas poco a poco se extendieron en el continente y originaron los eurogames –juegos en los que se administran recursos para optimizar beneficios mediante la toma de decisiones–. En este tipo de juegos, el azar existe, aunque no es tan relevante. Además, suelen no tener eliminación de jugadores y, con el fin de facilitar su internacionalización, utilizan símbolos en lugar de texto.

En otro momento, emocionada por mi redescubrimiento, acepté otra invitación a jugar. Sin embargo, esta vez mencionaron estrategia y territorios, algo que parecía más ambicioso, agresivo y divertido.

La Conquête Du Monde (La conquista del mundo) fue creado en 1950 por el francés Albert Lamorisse. En 1958, la empresa estadounidense Parker Brothers compró los derechos de producción de este juego pero, dado que aún estaba sensible el tema de la Segunda Guerra Mundial, cambió su nombre al de Risk. Este fue uno de los primeros juegos que marcarían las dinámicas de los juegos que años después serán conocidos como ameritrash (basura americana). El término surgió a raíz de un debate suscitado en la red en el año 2000, donde se comparaba de forma despectiva a estos con los eurogames. La denominación terminó por ser aceptada en la comunidad global y hoy en día se utiliza con la finalidad de describir este tipo de juegos.

Los ameritrash son juegos en los que la temática suele brillar por encima de las mecánicas del juego, y la historia tiende a ser épica para lograr una mayor inmersión en la trama. En los también llamados “juegos americanos” se trata de alcanzar un objetivo, conquistar territorios, escapar de un ataque zombi, tener una aventura o conseguir un objeto sagrado. En ellos la suerte es importante, por lo que si la tirada de dados no te favorece, la eliminación de la partida es una posibilidad.

Risk no me atrapó, pero después vinieron más juegos de mesa y más jugadores. Hoy en casa tenemos más de sesenta cajas y es difícil que se empolven porque jugamos al menos una vez a la semana.

Vivimos en una época dorada para jugar que muchos consideran como la era del renacimiento en los juego de mesa. Es un periodo de transición, crecimiento y diversidad. Hoy podemos encontrar juegos que combinan las mecánicas y estrategias de los eurogames con la apropiación de roles y las aventuras de los ameritrash.

¿Por qué jugar?

En un mundo donde constantemente buscamos reconocimiento y nuevas experiencias, todo puede convertirse en un juego.

Cuando un grupo de personas se reúne alrededor de una mesa para jugar, se activa algo en nosotros además de la imaginación, una especie de instinto natural de compartir y competir. Todos sentimos la satisfacción de ganar o la frustración de perder. Los juegos de mesa nos revelan mucho de nosotros mismos y de los demás; en una tarde podemos ser pacifistas, democráticos, agresivos, reflexivos o estrategas. Por eso creo que jugar con alguien es una oportunidad de conocerlo en escenarios insospechados que permiten descubrir aspectos de su personalidad.

Crecimos jugando juegos de mesa como el temido Monopoly, y la mayoría cargamos juegos en el celular. Estamos familiarizados con conceptos como acumular puntos, cumplir retos y alcanzar recompensas, modelos predominantes de la mercadotecnia. Todo esto nos hace estar más abiertos a la idea de jugar.

El juego siempre ha tenido una función social y sirve como una simplificación de la realidad para que esta sea manejada por el usuario. Los juegos de mesa nos ubican en escenarios y fomentan la creación de personajes, algo que también sucede en los videojuegos. Por esta razón, aunque uno creería que la era digital opacaría la existencia de los juegos de mesa, sucedió todo lo contrario: la globalización, las plataformas digitales y las redes sociales fomentaron el auge de esta industria.

Hoy existe una audiencia mayor y mejor informada. También hay una oferta internacional inmensa y el nivel de interés es más alto que nunca. Los jugadores son cada vez más exigentes e incentivan la producción de juegos más complejos y con más variables. Ante toda la diversidad, ya no hay que conformarse con el Monopoly.

Un factor que permite la impresión de tantos y variados juegos de mesa es la facilidad que hay para publicarlos. Los diseñadores tienen seguidores en todo el mundo y comparten sus ideas buscando financiamiento en plataformas de fondeo en donde, en muchos casos, se recompensa el apoyo con contenido exclusivo y la posibilidad de tener la primicia en el envío. Por ejemplo, en 2017, el juego Kingdom Death: Monster 1.5 reunió casi 12 millones y medio de dólares con el apoyo de cerca de 20 000 patrocinadores. Cifras que lo colocaron como el proyecto de juegos de mesa más exitoso en Kickstarter.

En un mundo donde estamos rodeados de virtualidad, ¿por qué no regresar a actividades que fomenten la interacción con quienes nos rodean? La página BoardGameGeek –el equivalente de IMDB para juegos de mesa– nos indica que existen 25 805 diseñadores, 95 553 juegos de mesa registrados y 84 categorías dónde elegir, por lo que puedes estar seguro de que existen juegos de mesa para cada ocasión y personalidad.

Más allá de sentir una suerte de inocencia recuperada al recordar lo más simple de nuestra infancia, para mí los juegos de mesa representan un camino para dar respuesta a esa búsqueda de experiencias auténticas con una red social original. Entonces, qué dices, ¿jugamos?

Amplía tu panorama

Existen muchos más juegos que los clásicos que conociste en la infancia; además, vale recordar que los juegos de mesa no son exclusivos para niños ni son aburridos. Aquí presentamos algunos ejemplos que te recomendamos probar.

Juegos familiares: Ofrecen una experiencia amigable, de reglas sencillas pero sin dejar de tener estrategia e interacción con los jugadores en todo momento. Ejemplos: Carcassone, Ticket to ride, Fresco.

Juegos de fiesta: Para 5 o más jugadores, y como su nombre lo dice, fomentan la interacción en un ambiente relajado. Son de reglas simples y suelen generar situaciones muy divertidas.

Ejemplo: Codenames, Dixit, Werewolf, Cash & guns.

Juegos cooperativos: Todos los jugadores tienen un mismo objetivo, y el desenlace es el mismo para todos: ganar o perder. Generalmente, la creación de personajes y mundos fomenta la inmersión en el escenario. Son juegos intensos y dramáticos. Ejemplos: Pandemic, Mysterium, Dead of Winter.

Juegos de estrategia: En estos tienes que optimizar recursos y tomar decisiones que definirán la llegada a tu objetivo. Con una buena estrategia puedes darle la vuelta a la mala suerte.

Ejemplos: Scythe, Caverna, Terraforming Mars

 

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