Michoacán reclama a “Juanga”

 

Gobernador y alcalde afirmaron que organizarán varios eventos en memoria del artista


FÁTIMA MIRANDA 

Parácuaro, cuyo nombre significa lugar de palos secos, paradójicamente fue el vergel donde Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel, floreció; la demarcación, como hace 66 años, no supera aún la pobreza, pues está entre los primeros cinco municipios de Michoacán con mayores índices de marginación.

Parácuaro está de luto, pero también festeja, las canciones de Juan Gabriel suenan en cada esquina del pueblo que lo vio nacer, en el que la vida marcha entre la marginación y el combate a la inseguridad.

En la plaza principal, donde hay un monumento en honor del cantante, las ofrendas florales, arreglos multicolor y globos llegaron en manos de niños, jóvenes y adultos desde el pasado domingo, cuando se conoció la noticia de su pérdida, quienes cantaron y gritaron porras.

Varias promesas dejó Alberto, incluso se había planeado que aquí diera su último concierto antes de retirarse de los escenarios. La vida no le alcanzó, pero sí dio a conocer su última voluntad al edil de Parácuaro, en Cancún, donde tenía una casa a la cual lo invitó durante dos días: “Quiero, cuando muera, que reclames mis restos y me lleven a descansar junto a mi madre”, le solicitó.

Los homenajes póstumos son la promesa de Michoacán a su coterráneo. El gobernador y el presidente municipal afirmaron que organizarán varios eventos en memoria del artista.

En uno de ellos estará presente Marco Antonio Solís “El Buki”, con ello y con un Museo, pretenden retribuir en algo lo que él hizo por su pueblo y por México.

El cantante ayudó a construir una vialidad de cuatro carriles que le dio realce al sitio, la cual se pagó con un millón de dólares, producto d e uno de sus conciertos.

Otra aportación fue la realización de un concierto para niños con cáncer durante la administración de Lázaro Cárdenas Batel quien, a cambio, prometió construir 17 kilómetros de una vialida, promesa incumplida, de acuerdo con el actual alcalde, pues sólo se construyeron tres kilómetros, de Parácuaro a “Juangácuaro”, donde está el rancho del compositor. Una más fue la escuela “Juan Gabriel” en la que estudiaron al menos 100 niños, hoy jóvenes, para la cual donó diversos instrumentos musicales.

Amigos y familiares recordaron a Alberto como una persona con gran calidad humana. Resaltaron su sencillez y afirmaron que nunca perdió el piso.

Las hermanas Teresa y Angelina Zavala, aseguraron que un día el cantante les llegó a visitar por sorpresa para desayunar con ellas.

“Me dijeron: ‘Está tocando la puerta Juan Grabriel’ (sic), después entró como si estuviera en su casa”, relataron al mostrar una foto donde se les ve abrazando al cantautor.

Eduardo Castro Carrillo, hijo de Don Efrén, ambos amigos entrañables del compositor, dio a conocer que durante su vida artística “El Divo de Juárez” visitó Parácuaro al menos 30 veces.

“Llegaba sin guardaespaldas, nos invitaba a sus giras a vender souvenirs, ganamos mucho”.

La casa donde nació Juan Gabriel es blanca, hay decenas de ofrendas, entre flores, cartas y fotografías, alumnos de primaria, secundaria y bachillerato se turnan para hacer guardias, suena una bocina instalada adentro.

Aquí, Maribel Plancarte de Aguilera, casada con un hijo del hermano de Alberto, platicó con reserva desde el pórtico. Primero fue hermética, poco a poco compartió que vivió junto a su tío político tres años en un rancho en San Miguel de Allende, donde le preparaba sus alimentos.

“Un día no podíamos abrir la cocina y nos asomamos, los vidrios opacos no nos dejaban ver; finalmente pudimos abrir y lo vimos comiendo mango todo embarrado; nos dijo que había cerrado para comer libremente, y que le habían prohibido el azúcar”, comentó.

Compartió, conmovida, su agradecimiento, pues en ese tiempo estaba embarazada de uno de sus hijos, a quien estuvo a punto de perder, pero Juan Gabriel le ofreció su respaldo económico para que sanara, el bebé se logró y se llama Ángel Gabriel.