Julio Cortázar, 104 años de su fantástica realidad

 

El autor se caracterizó por la divertida investigación del día a día y las sorpresas que puede dar a la vuelta de la esquina.


Por Luis Funes

El 12 de febrero de 1984 un extraño fenómeno se presentó en Buenos Aires, Argentina: miles de mariposas sobrevolaron el cielo de la ciudad, sin razón aparente la nube de insectos se paseó por la ciudad y luego desapareció sin repetirse hasta ahora; paralelamente en París, Francia, Julio Cortázar moría.

Hoy hace 104 años el autor de Rayuela, Bestiario, Historias de Cronopios y Famas, entre otros libros nacía, en Bruselas, Bélgica; el argentino es uno de los más grandes escritores latinoamericanos; miembro del Boom (fenómeno literario que catapultó a la fama a narradores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa), destacó del grupo por su narrativa: en sus cuentos, novelas o poemas, el pequeño Coco (como le decía su familia) sobresalen el juego y la explotación de lo maravilloso de la realidad.

En esta época de conexión permanente y mensajes instantáneos la obra de Julio adquiere mayor vigencia. El autor se caracterizó por la divertida investigación del día a día y las sorpresas que puede dar a la vuelta de la esquina.

En Historias de Cronopios y Famas divide a las personas en tres categorías: Cronopios (aquellos que disfrutan de perderse en la ciudades, sufren por la “muerte” de las gotas de lluvia o que no usan reloj, (la persona le pertenece a éste y no a la inversa); famas (aquellos que buscan el reconocimiento tácito de todo mundo, que los miren, pero son insulzos) y las esperanzas (los que nunca salen de casa por temor a perder el tren o el taxi, y siempre la limpian del polvo, porque es lo más aventurero que hacen con su vida).

Un autor que siempre se sorprendía de lo que le rodeaba, amaba la soledad (indispensable para crear algo medianamente bueno) pero sabía divertirse y ofrecer incógnitas a sus lectores: Rayuela es su obra más conocida.

En un París de melancólico de calles oscuras, espuma de cerveza caliente y cuartos de pocos francos donde se revela el amor, los protagonistas se dan citas sin dárselas, escuchan jazz, fuman y beben mientras el mundo real, el de oficinistas que presionan el envase del dentrífico desde abajo, los rodea y los ignora; la novela es ella misma un juego: se puede leer de inicio a fin o siguiendo el “Tablero de dirección”.

Miles de memes se comparten con sus citas, incluso uno pide que en lugar de citarlo, lo lean. De vivir, a Cortázar le hubiese encantado la ironía.

Traductor de la UNESCO, comprometido con las causas políticas de su época (las revoluciones Latinoamericanas en particular), vivió en París desde los 50 del siglo XX. Sus obras son una revelación de los curiosos entresijos que hay en cada rincón, como un grafiti para comunicarse entre los amantes; o una chicos que no pueden salir de casa porque su casa es tomada por “algo”.

Aquí un cuento para entrar en su mundo de juegos y exploración: El diario a diario: https://ciudadseva.com/texto/el-diario-a-diario/