Cambios en uso de mascarilla dejan confusión en Gran Bretaña

Cambios en uso de mascarilla dejan confusión en Gran Bretaña
Pasajeros utilizan mascarilla para evitar la propagación del coronavirus durante la hora punta matinal en la estación de tren de Waterloo, en Londres, el 14 de julio de 2021. (AP Foto/Matt Dunham)  

En muchas naciones del este de Asia, ya era habitual antes de la pandemia que la gente utilizase mascarilla si estaba enferma o en días de gran contaminación, por lo que hay poco espacio para un movimiento en su contra.


LONDRES (AP) — Para muchos, es una cortesía o una precaución sensata. Para otros es una imposición, una molestia diaria.

La mascarilla, una importante fuente de debate, confusión e ira en todo el mundo durante la pandemia del coronavirus, divide a la población a medida que la crisis se suaviza.

Gran Bretaña se está preparando para la acritud el lunes, cuando el gobierno ponga fin a la obligación legal de usar tapabocas en la mayoría de los espacios cerrados, incluyendo tiendas, trenes, autobuses y metro. El uso del barbijo en muchos lugares dejará de ser una orden para convertirse en un pedido.

Pero la gente está ya dividida.

“Me alegro”, dijo Hatice Kucuk, propietaria de un café en Londres. “No creo que ayuden mucho realmente”.

La cineasta Lucy Heath, por su parte, señaló que preferiría que siguiesen siendo obligatorias en el metro y en los supermercados.

“Creo que las personas vulnerables sentirán que no quieren salir”, afirmó.

El final de muchas de las restricciones impuestas para frenar la pandemia la próxima semana — en una jornada bautizada en su día por los diarios británicos como el “día de la libertad” — se produce mientras el país enfrenta un incremento de los contagios y los decesos por el virus, a pesar de la campaña de inmunización que ha hecho que dos tercios de la población adulta hayan recibido ya las dos dosis de la vacuna.

Esta semana, Gran Bretaña registró más de 40.000 casos en un día por primera vez en seis meses. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud afirma que las infecciones y las muertes están repuntando tras un periodo de descenso, impulsadas por la variante delta, más contagiosa. La semana pasada hubo cerca de tres millones de nuevos positivos y más de 55.000 personas perdieron la vida en todo el mundo.

En este contexto, el discurso de libertad de los políticos británicos ha dejado paso a palabras de cautela.

“Esta pandemia no se ha terminado”, dijo el primer ministro, Boris Johnson, esta semana. “No podemos simplemente regresar instantáneamente a partir del lunes 19 de julio a la vida como era antes del COVID”.

Así que aunque la gente no tenga que usar cubrebocas por obligación, sí se aconseja hacerlo.

El gobierno apunta que “espera y recomienda” que tanto trabajadores como clientes usen mascarilla en espacios concurridos y cerrados como tiendas. El alcalde de Londres dijo que seguirán siendo obligatorias en la red de transporte público y el Servicio Nacional de Salud instará a su uso en hospitales. Y a pesar del cambio en Inglaterra, en Escocia y Gales, que tienen sus propias normas sanitarias, siguen siendo obligatorias.

No siempre es obvio cuáles son los riesgos. La mayoría de los científicos dicen que las mascarillas pueden ayudar a frenar la propagación del COVID-19 al evitar que quienes porten el virus sin saberlo se lo transmita a otros. Pero los estudios sugieren que las mascarillas solo son útiles si un gran porcentaje de la población las utiliza.

“Hay evidencias que sugieren que funcionan bien, pero solo si todo el mundo lo hace”, señaló Graham Medley, profesor de modelos para enfermedades infecciosas y que forma parte del comité de científicos que asesoran a las autoridades británicas. “Entiendo la reticencia del gobierno a imponerlas. Pero por otra parte, si no son obligatorias, probablemente no servirán de nada”.

Pero Robert Dingwall, profesor de sociología en la Universidad de Nottingham Trent y que también asesora al ejecutivo, dijo que permitir que la gente “encuentre su propio nivel de confort” es una decisión sensata.

Gran Bretaña no es la única que enfrenta el dilema de las mascarillas. En los últimos meses, Israel ha reabierto negocios, escuelas y locales para eventos, eliminando casi todas las restricciones luego de vacunar a alrededor del 85% de su población adulta. Ahora, con las infecciones de nuevo al alza, las autoridades recuperaron la obligatoriedad de usar barbijo en espacios interiores mientras tratan de frenar a la variante delta.

En Estados Unidos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades sostiene que quienes hayan completado la pauta de vacunación no tienen por qué usar mascarilla en la mayoría de los lugares, a diferencia de la OMS, que aconseja su uso. Algunos estados y ciudadanos estadounidenses están tratando de decidir qué hacer mientras los contagios vuelven a subir.

En muchas naciones del este de Asia, ya era habitual antes de la pandemia que la gente utilizase mascarilla si estaba enferma o en días de gran contaminación, por lo que hay poco espacio para un movimiento en su contra.

En Estados Unidos, sin embargo, se han convertido en una cuestión a menudo partidista, reflejada en la campaña presidencial de 2020 por el contraste entre el republicano Donald Trump, que no solía emplearla, y el demócrata Joe Biden, que sí lo hace.

Las naciones europeas están menos divididas, pero una investigación reciente del King’s College London y la encuestadora Ipsos MORI arrojó que la mascarilla es una línea roja en la “guerra cultural”, dividiendo a la población en Gran Bretaña del mismo modo que el Brexit y el movimiento Black Lives Matter.

La gran mayoría de los que respaldan el uso de cubrebocas y otras restricciones frente al coronavirus tienden a considerar a la minoría contraria como egoísta, hipócrita y de mente cerrada. Una proporción menor de personas que se oponen a las cuarentenas opinaron lo mismo sobre el bando opuesto.