El centro para atender mentes gigantes

 

Aunque en México existe al menos un millón de niños y niñas sobredotados, sólo pocos recibe un diagnóstico y alguna alternativa educativa adecuada a sus necesidades


POR JIMENA RÍOS

Eryx responde con monosílabos a las preguntas. No parece querer hablar mucho, sin embargo, una chispa se enciende en su mirada cuando habla sobre una ponencia que dio el año pasado sobre el orden del caos: “Mucha gente piensa que el caos es falta de orden pero en realidad es un orden que no hemos podido comprender”. Tiene apenas nueve años y un coeficiente intelectual (IQ) de más de 130.

Eryx es uno del millón de niñas y niños superdotados que se estima hay en México, aunque sólo el cinco por ciento ha sido diagnosticado. Los demás, probablemente, navegan en un limbo de escuelas, diagnósticos equivocados, medicamentos psiquiátricos y bullying.

Ese pequeño porcentaje, que se traduce en apenas siete mil niñas y niños, ha sido identificado gracias al Centro de Atención al Talento (CEDAT), único en su tipo en América Latina. El CEDAT cuenta con tres sedes, la principal en la Ciudad de México, otra en Mérida y una última en Guadalajara, que resultan insuficientes si se desea localizar y atender a la cantidad de sobredotados que se piensa hay en todo el territorio.

Y el que el potencial de estas personas no sea identificado no es algo menor pues se traduce, entre otras cosas, en pérdidas económicas para el país. El CEDAT estima que uno sólo de estos pequeños, que logre desarrollar sus capacidades, puede representar la contribución de un millón de personas en edad productiva para su nación.

A pesar de todo lo bueno que significaría esto, en México no existe aún una cultura que trate de localizarlos e impulsarlos y sí, muchas barreras sociales que impiden su desarrollo. Retraso, TDA, Asperger, autismo son algunos problemas que les suelen atribuir a estas niñas y niños antes de llegar a un diagnóstico correcto… si es que llega.

La odisea

Para Helena fueron años de brincar de una escuela a otra con su pequeño Erik. Primero fueron pruebas con el objetivo de descartar Asperger cuando apenas tenía un año, luego vinieron las múltiples escuelas a las que intentó que su pequeño se adaptara, pero en cada una de ellas todo resultó un desastre.

En una de esas escuelas le dijeron a Helena que su hijo no sabía nada. Llegaron a esa conclusión luego de estar 40 minutos con el niño sin lograr que contestara una pregunta.

Y es que, contrario a lo que podría pensarse, a estos niños y niñas no les va muy bien en la escuela.

Andrew Almazán sabe de esto porque también sufrió su vida en la escuela, y la historia para él, y para miles de niños, hubiera sido muy diferente si su padre, Asdrúbal Almazán, no hubiera decidido crear el CEDAT. 

“Los niños sobredotados suelen tener muchos problemas en la escuela debido a que no socializan con sus compañeros; mientras él está interesado en los dinosaurios, los planetas o la ciencia los demás quieren hablar de caricaturas. Tampoco les va muy bien con los maestros porque suelen corregirlos en clase o porque no obedecen las instrucciones”, explica el joven.

La edad ideal para empezar a trabajar con ellos es a los dos años aunque casi siempre llegan más grandes, sólo después de que no lograron adaptarse a la escuela tradicional. Con el propósito de diagnosticarlos, en el CEDAT se les realizan pruebas psicométricas y de inteligencia en las que deben obtener un IQ por encima de 130. Estas pruebas deben ser realizadas por un psicólogo calificado y especializado en el tema.

El gen de la  inteligencia

¿Cómo puede una o un pequeño tener una mente gigante?  “La sobredotación es algo genético, se nace así, pero tampoco es una garantía porque si el ambiente no es adecuado esta corre el riesgo de perderse”, comenta el joven psicólogo.

Tal como Andrew los describe, suenan como personas increíbles, no obstante corren el riesgo de perderse entre la multitud, y ver mermadas sus capacidades, si no se hace un esfuerzo por identificarlos. 

“Cuando se reduce el desarrollo intelectual la población tiende a resolver sus problemas de manera más violenta. Por otro lado, si una persona sobredotada se queda en México pero no es diagnosticada es probable que pierda su inteligencia por falta de estimulación”, explica Andrew Almazán.

Y aunque son pocos los niños que se ha logrado identificar, el avance ha resultado extraordinario en los últimos año en  nuestro país. 

¿Serán estos niños y niñas la esperanza que tanto necesitamos?