Fracking llega a México “bajo el agua”

 

Expertos y ONG advierten sobre las consecuencias ambientales de la fracturación hidráulica en el país


Aun cuando en Nueva York, Estados Unidos, está prohibida la fractura hidráulica (fracking), el Gobierno de México sigue apostando por la explotación de hidrocarburos no convencionales mediante esa técnica.

La Alianza Mexicana contra el Fracking, conformada por 45 organizaciones presentes en toda la República Mexicana, desde 2013 ha presentado múltiples estudios y evidencia científica sobre las afectaciones de este método; sin embargo, expone que las autoridades federales y locales no han emitido algún pronunciamiento sobre esta práctica, a pesar de la preocupación de la población.

El organismo señala que el estudio elaborado por el grupo The Concerned Health Professionals For Social Responsability de New York, representa una herramienta clave para la lucha contra la fractura hidráulica en México.

Alejandra Jiménez, integrante de la Red Unidos por los Derechos Humanos, detalla que el fracking ha dejado daños en varios estados de la República Mexicana, pero principalmente en comunidades de Papantla, Veracruz, con afectaciones a la salud de las persona así como a sus fuentes de agua.

Jiménez asegura que de los 349 pozos que se localizan en Veracruz, 172 están sólo en el municipio de Papantla, “y esa es la gravedad de la situación que viven en ese municipio”.

El foco rojo es que estos pozos de fracking conviven con pozos de extracción convencional.

Numerosas organizaciones y comunidades de Chihuahua también se oponen a estos proyectos de fracturación, porque aseguran que ejercen impactos negativos sobre los territorios, el medio ambiente, la salud y supervivencia de las poblaciones indígenas y campesinas.

Datos de la Alianza Mexicana Contra el Fracking, integrada por distintas organizaciones civiles para oponerse a esta práctica, señalan que se requieren de 9 a 29 millones de litros de agua para la fractura de un solo pozo.

La explotación de los 20 mil pozos anuales que se está planteando en México desde diversos sectores, supondría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico de entre 4.9 y 15.9 millones de personas en un año.

Esto traería en consecuencia la disminución de la cantidad de agua disponible para otros usos. En Coahuila, una de las regiones donde esta actividad se realiza, la disponibilidad de agua es ya limitada, según las organizaciones civiles.

Lo anterior, sin contar con que un líquido especial que se utiliza para esta práctica contiene 596 productos químicos, que a su vez pueden filtrarse a los mantos acuíferos, como los muestra el documental Gasland (Tierra del Gas), realizado por Josh Fox, que aborda el tema de la contaminación del medio ambiente generada en Estados Unidos por la explotación del gas shale en 34 estados.

Por este motivo, la Alianza Mexicana contra el Fracking mantiene su llamado para que el Gobierno mexicano prohiba el Fracking y que eso permita caminar en línea con los compromisos de sustentabilidad, cambio climático y, de no hacerlo, insisten, se violan sus obligaciones y se pone en riesgo el desarrollo económico, la vida y el agua de miles de personas en México.

En diciembre de 2014 el estado de New York, en Estados Unidos, declaró prohibida la fractura hidráulica para extracción de gas y petróleo no convencional en su territorio. Sus principales argumentos fueron las investigaciones médicas y científicas publicadas en un compendio elaborado por el grupo Concerned Health Professionals.

Sin embargo, ingenieros de los grandes consorcios petroleros defienden la práctica argumentando que los trabajos se realizan con cuidado para evitar desastres.

En México existen 681 reservas de gas shale en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Jalisco, Sinaloa, Durango, Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí y Veracruz, lo que hace a estas entidades, una vez que inicie la explotación en serie, susceptibles a los desastres ecológicos.

Pemex estima que sólo para explorar las posibilidades de gas shale en el país sería necesaria una inversión de aproximadamente 30 mil millones de pesos en los próximos tres años, para 195 pozos, de los cuales casi 300 millones de pesos ya se han gastado en trabajos exploratorios.

¿QUÉ ES?

La fracturación hidráulica es el proceso que consiste en inyectar a alta presión una mezcla de arena, químicos y agua en un pozo para fracturar las formaciones rocosas y así permitir que el petróleo y el gas almacenados ahi puedan salir a la superficie. La arena que se queda en el proceso de “fracking” mantiene abiertos los pequeños canales para que los combustibles fósiles escapen.

CONTAMINACIÓN

Los acuíferos subterráneos, que el más profundo se ubica a 500 metros, se pueden ver afectados por filtraciones del agua tratada químicamente o por la llegada de gas metano generado por la fractura Según estudios, los problemas de contaminación por fracking provienen de fallos en la construcción de la cubierta protectora en los primeros metros, más que de la técnica de la fractura hidráulica, ya que deja escapar el gas que afecta los mantos acuíferos y van a dar a los ríos y hasta las tuberías de los hogares.

DISMINUCIÓN DE AGUA

La fracturación de un solo pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua. El ritmo de explotación anual que se pretende exportar a México supondría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico de entre 4.9 y 15.9 millones de personas en un año. La cantidad de agua que se consumiría pondría en peligro los ecosistemas y la realización del derecho humano al agua y a la alimentación.

CONTAMINACIÓN DE AGUA

En Estados Unidos hay más de mil casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el Fracking. Se han identificado 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación, entre ellos, metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno. El agua de desecho contiene químicos y arena , además de metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos y no existe tratamiento, por lo que el gas quedaría inutilizable.

SISMOS ANTROPOGÉNICOS

Debido a que la industria no puede tratar los grandes volúmenes de aguas residuales generadas por el fracking, es común que utilice pozos de inyección (conocidos como pozos letrina) para deshacerse del líquido contaminado. Estas aguas pueden desestabilizar fallas geológicas y provocar sismos. En Arkansas, Ohio, Oklahoma, Colorado y Texas, regiones sin actividad sísmica histórica, se ha multiplicado en años recientes el número de sismos.