Hong Kong y su guerra perdida

Hong Kong y su guerra perdida
 

Pulso Internacional | A lo largo de las últimas semanas hemos presenciado que en Hong Kong, una Región Administrativa Especial de la República Popular China, se han presentado protestas multitudinarias como por lo demás resultaría imposible imaginar que se pudieran presentar en Beijing, Nanjing, Shanghai, Guangzhou o cualquier otra ciudad de la China continental. Estas […]


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A lo largo de las últimas semanas hemos presenciado que en Hong Kong, una Región Administrativa Especial de la República Popular China, se han presentado protestas multitudinarias como por lo demás resultaría imposible imaginar que se pudieran presentar en Beijing, Nanjing, Shanghai, Guangzhou o cualquier otra ciudad de la China continental. Estas protestas multitudinarias se desencadenaron a raíz del intento por parte de la autoridad ejecutiva de Hong Kong de lograr la aprobación a instancias del gobierno central de Beijing, de una ley de extradición que permitiría juzgar en China continental a ciudadanos de Hong Kong por actos cometidos en Hong Kong. Esta iniciativa fue leída por la población hongkonesa y con razón como un intento por parte del gobierno chino encabezado por Xi Jinping de comenzar a socavar la relativa autonomía de que goza la Región Administrativa Especial de Hong Kong. Esa autonomía, hasta cierto punto garantizada por el acuerdo de tranferencia de soberanía por la que el Reino Unido devolvió en 1997 lo que hasta entonces había sido su posesión colonial a China implica entre otras cosas libertades de expresión e información así como de manifestación y una estructura parcialmente democrática de organización política así como mayores grados de participáción ciudadana en la toma de decisiones y la existencia de una relativa separación de poderes. Es para preservar estos valores que acertadamente los hongkoneses sintieron amenazados que la población decidió salir a las calles para protestar contra la llamada ley de extradición. En este oportunidad es posible que las masivas movilizaciones populares logren disuadir a Beijing de su amago de limitación de las libertades en Hong Kong. Sin embargo, en el mediano y largo plazos, la batalla está perdida. China es simplemente demasiado grande, demasiado poblada, demasiado rica y en una expresión, demasiado poderosa como para que las libertades en Hong Kong puedan subsistir. Esa batalla ya está perdida.

 

Por: René Palacios