La “Nueva” Normalidad

 

Y puede ser cierto en alguna medida y para algunos sectores. Pero si miramos con más detalle, nos daremos cuenta que la evolución y el desarrollo en las sociedades siempre se han dado de manera desigual e inequitativa. 


Por: Juan Carlos Zepeda*

En medio de la Pandemia hemos estado escuchando hasta el cansancio sobre la “nueva normalidad”, que implica básicamente que el mundo que conocíamos no será el mismo cuando podamos salir nuevamente a las calles, a las escuelas o a los centros de trabajo.

Y puede ser cierto en alguna medida y para algunos sectores. Pero si miramos con más detalle, nos daremos cuenta que la evolución y el desarrollo en las sociedades siempre se han dado de manera desigual e inequitativa.

Ante la emergencia, los problemas sociales, económicos o políticos no se detienen, por el contrario, se profundizan: la pobreza, la violencia intrafamiliar, el acoso, la intolerancia, la falta de educación gratuita de calidad y la discriminación son terribles recordatorios de lo que era esa “normalidad” tan anhelada.  Así lo decía hace unos días con su particular estilo el pensador francés Michel Houellebecq, cuando aseveró que creía que el mundo “postcoronavirus” no iba a ser diferente,  sino que seguramente será el mismo, sólo “un poco peor”.

Y es que este virus “aburrido” -como también lo calificó- revela las realidades más duras que vivimos en el País: los sistemas de salud públicos desmantelados en su mayoría; empleos precarios, en donde por ejemplo, más del 15% de éstos reciben sueldos que no los sacan de la línea de pobreza; acceso a nuevas tecnologías limitado por el costo o la infraestructura y un sistema educativo público paralizado, intentando sacar adelante el ciclo escolar más con la buena voluntad de docentes y alumnos que con apoyos reales.

¿De verdad creemos que para todos ellos habrá una nueva normalidad? ¿Para los que caminan más de dos horas a la escuela o a la Clínica más cercana? ¿Quienes utilizan los servicios públicos de transporte experimentarán algo diferente? ¿A partir de junio, septiembre o enero tendremos un nuevo México? ¿Será más democrático, justo y equitativo o uno con mayores retos y problemas?

La pregunta no es cómo se va a transformar México “después” del Coronavirus, la gran interrogante es qué estamos haciendo cada uno de nosotros para lograr que la realidad cambie, que vivamos una nueva era de bienestar mucho más equilibrado y sustentable para las millones de personas que solo escuchan de la “gran transformación” del mundo sin que a ellos les lleguen las oportunidades o la esperanza de un futuro mejor.

El coronavirus no va a lograr lo que nosotros como sociedad no hemos alcanzado, de hecho lo hace más difícil, y dejó ver que el Gobierno no sabe o no puede hacerlo solo, y que las empresas buscan hoy el camino de la permanencia. “Busquemos algo bueno, no en apariencia, sino sólido y duradero”, decía Séneca al hablar de la felicidad, esa que buscamos para nosotros y los demás. Por lo tanto, la sociedad organizada debe impulsar el cambio, y en ella, nosotros los individuos requerimos hacer un compromiso con acciones claras, sin pretextos ni complacencias. Sin compromiso no hay cambio, y sin cambio, no hay soluciones.

[email protected]

* Maestro en Historia del Pensamiento 

Socio Director de FWD Consultores