Lo peor de la crisis

 

Tanto en la fase en la que estamos de la crisis, pero sobre todo en la que sigue, enfrentaremos uno de los mayores retos económicos en la historia reciente de la humanidad.


Por: Juan Carlos Zepeda*

Para muchos especialistas financieros “la ética del mercado de valores debe estar orientada hacia la protección de los intereses de los que acuden a él a invertir o a financiarse.” Esta norma intrínseca de los mercados deja fuera los “sentimientos” y privilegia la transparencia en su accionar.

Pero las empresas deben seguir otra lógica, una que deba equilibrar el impacto económico con el social.  “No podemos tener empresas prósperas y ricas mientras las comunidades a su alrededor se están muriendo…”, decía el futurista Peter Schwartz, fundador del Global Business Network, al destacar desde hace décadas la urgente necesidad de que las empresas fueran más sensibles a sus entornos y actuaran más allá de lo que comúnmente veían como “su responsabilidad”.

Y sí, las empresas formalmente constituidas hacen mucho cumpliendo la Ley, generando inversiones productivas, pagando impuestos y retribuyendo de manera ordenada a sus trabajadores. Pero la realidad es que incluso antes del Covid19 no bastaba sólo con “cumplir la Ley”, teníamos la necesidad de que fueran más allá dentro y fuera de sus regiones para garantizar un mejor desenvolvimiento de la sociedad y respaldar con diferentes proyectos a miles de familias mexicanas que tanto lo necesitan.

Tanto en la fase en la que estamos de la crisis, pero sobre todo en la que sigue, enfrentaremos uno de los mayores retos económicos en la historia reciente de la humanidad. Y es ahí donde la solidaridad y la empatía cobran especial relevancia como ejes fundamentales de la acción positiva para salir adelante.

Por esta razón, son insostenibles desde cualquier perspectiva declaraciones como las del empresario Ricardo Salinas Pliego. Independientemente de la reputación que pueda tener en la forma de administrar sus negocios, la relación con sus trabajadores o el momento bastante tardío para dar un “espaldarazo” al Presidente de la República, lo que no podemos olvidar es que quienes tienen una situación de privilegio deben ver por aquellos más desprotegidos, por los grupos que menos tienen y que no pueden enfrentar la Pandemia con recursos propios, ni monetarios ni de salud. 

Es en estos momentos y justamente por el bien de la sociedad en su conjunto, que no podemos mantener una posición utilitaria, en la cual digamos que es natural o siquiera aceptable perder a una parte de nuestra población “para salvar a la mayoría”, una mayoría “joven, productiva y necesaria para que la economía siga avanzando”.  Decir que “el virus matará a unos cuantos” es reducir la esencia humana a un simple cálculo, a números sin sentido ni razón de ser.

Max Weber escribió que “solo se logra lo posible, intentando repetidamente lo imposible”; por ello, nuestra responsabilidad, empatía, solidaridad, creatividad, fuerza de espíritu y trabajo como empresarios, como profesionales y como personas de bien debe ayudarnos a buscar alternativas reales, posibles y deseables para evitar la mayor cantidad de víctimas mortales hoy y de víctimas económicas mañana. Lo peor que podemos perder en esta crisis es nuestra propia humanidad.

P.D. ¿Dónde está el Gabinete en esta Emergencia? ¿Dónde el Presidente?

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* Maestro en Historia del Pensamiento.

Socio Director de FWD Consultores.