Rosario Castellanos, la poeta que luchó por la equidad de género

 

No sólo informó a la opinión pública sobre la “liberación de la mujer”, como se nombró a las movilizaciones de aquellas jóvenes que no se conformaban con tener los mismos derechos ciudadanos que los hombres


Rosario Castellanos nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México. No obstante, cuando aun era muy pequeña, se fue a vivir junto con su familia a Comitán, Chiapas. Ahí estudió hasta la secundaria. Sin embargo, hubo dos hechos que la marcaron estando en Comitán. Uno fue la muerte de su hermano menor y el segundo el entorno de desigualdad que se vivía debido al Porfiriato. Comitán era un lugar de finqueros, quienes, en su mayoría, explotaban y menospreciaban a la población indígena.

Rosario quedó huérfana en 1948. Sin embargo, en su ser quedó grabado el recuerdo de su madre. Este era contradictorio, pues a veces renegaba de los quehaceres como “ama de casa” y después los aceptaba de la manera más feliz. Esto provocó que nuestra escritora se preguntara por la labor de la mujer y si el ser ama de casa se trataba de un destino infranqueable, obligado.

A los 25 años, Castellanos decidió regresar a la Ciudad de México e ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras. Tiempo después, se graduó como maestra en Filosofía. Fue ahí donde conoció a otros amantes de las letras: Jaime Sabines, Dolores Castro, Ernesto Cardenal y Augusto Monterroso.

Rosario Castellanos comprendió cabalmente la relevancia de la protesta feminista de la nueva ola que se manifestó estrepitosamente en centros urbanos de Estados Unidos desde finales de los años sesenta, en forma casi paralela al movimiento estudiantil y al calor de la contracultura juvenil. Fue una de las primeras plumas que abordó el tema con conocimiento de causa en la prensa mexicana.

No sólo informó a la opinión pública sobre la “liberación de la mujer”, como se nombró a las movilizaciones de aquellas jóvenes que no se conformaban con tener los mismos derechos ciudadanos que los hombres, sino que exigían poner fin a la jerarquía masculina y ansiaban convertirse en sujetos autónomos, capaces de decidir sobre todos los aspectos de su vida, de disfrutar su cuerpo y determinar su maternidad, sino que Castellanos hizo suyas algunas propuestas del nuevo feminismo para incorporarlas a su diagnóstico de la situación de las mujeres mexicanas y al proyecto emancipatorio que se derivaba de éste.

No causa sorpresa que el nuevo feminismo figurara entre los principales intereses intelectuales y políticos de la escritora. La preocupación sobre las desventajas sociales y prejuicios que limitaban a las mujeres estuvo presente en el conjunto de obra. Su narrativa, su poesía, sus ensayos y su vasta obra periodística tratan, ya sea en el primer plano o en el trasfondo, asuntos relacionados con las condiciones sociales de las mujeres.

En uno de sus escritos tempranos Castellanos manifestó el interés que le despertaban las rebeldes, “aquellas que se habían separado del rebaño e invadieron un terreno prohibido”. Le intrigaba comprender “¿cómo lograron introducir su contrabando en fronteras tan celosamente vigiladas [como son las del mundo de la creación intelectual].

Pero, sobre todo, ¿qué fue lo que las impulsó de un modo tan irresistible a arriesgarse a ser contrabandistas? Porque lo cierto es que la mayor parte de las mujeres están muy tranquilas en sus casas y en sus límites, sin organizar bandas para burlar la ley. Aceptan la ley, la acatan, la respetan