Un ladrón, que le había quitado una cadena de oro a una mujer, fue perseguido por varios metros en calles de Manaos Brasil por una muchedumbre que buscaba hacer justicia por su propia mano y algunos policías.
Tras verse acorralado, el individuo se tragó la cadena para tratar de ocultar su crimen.
Para su mala fortuna el pedazo de oro se le quedó atorado en la garganta, por lo que comenzó a ahogarse.
La muchedumbre, que antes buscaba hacer justicia, intentó ayudarlo pero fue demasiado tarde pues el ladrón murió en medio de la calle con el metal en la garganta.
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