Molécula capaz de evitar metástasis: Federico del Río

 

Federico del Río y su equipo del Instituto de Química utilizan una nueva terapia basada en tamapina, compuesto extraído del alacrán.


¿Quién no ha querido cerrarle la puerta a un enemigo? El cáncer lo es y Federico del Río Portilla, investigador del Instituto de Química, encontró una forma de hacer esto y evitar el proceso conocido como metástasis.

Por este trabajo, para el cual utiliza veneno de alacrán en una formulación única para la cual ya está solicitada la patente, el científico universitario se hizo acreedor al primer lugar del premio que otorga el Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación (Profopi).

Uno de los grandes problemas que presentan los pacientes con cáncer, explica, es que en ocasiones éste viaja o se propaga hacia otros órganos, lo que hace cada vez más difícil su tratamiento, por lo que él no se ha enfocado en combatir o eliminar las células cancerosas, sino en evitar que se propaguen.

Del Río Portilla enfatiza: “Hasta donde hemos visto debe haber una serie de características especiales para que haya un efecto de cito-toxicidad. Si logramos evitar la migración y, además, ya no es veneno, esto es relevantísimo, porque mantienes controlado el cáncer. Te lo inyectas, no tiene efectos negativos en tu cuerpo, pero a las células cancerígenas las está frenando”.

Para el trabajo, precisa, se aprovechan los canales de potasio. Casi todas las células tienen “poros” llamados canales iónicos, por donde se alimentan con cloro, potasio o calcio. Y en el caso de las cancerosas varias utilizan una ruta de escape relacionada con canales SK3, que permite la migración de células cancerosas.

Por ello, Del Río Portilla y su equipo pusieron en la mira a este canal específico y para bloquearlo utilizan una nueva terapia basada en tamapina, un compuesto extraído del veneno del alacrán Mesobuthus tamulus.

El investigador aclara que si bien en 2016 grupos coreanos patentaron el uso de la tamapina para resolver problemas de déficit de atención, ésta se produce con una toxina del alacrán rojo, que no tiene nada que ver con el alacrán azul, cuyo veneno se usa como anticancerígeno en Cuba.

Además, esta tamapina sólo actúa en los canales SK2 pero no tiene la capacidad de inhibir la migración de células cancerosas, pero sí se ha empleado en ratones con problemas neurológicos, en los que se ha visto que “sí los resuelve e inclusive los vuelve más inteligentes”, según reportaron en 2020 sus creadores en la revista Nature.

Del Río Portilla puntualiza: “Lo que hicimos fue modificar la tamapina para que no bloquee el canal SK2, sino el canal SK3, que es el relacionado con cáncer, porque si lo inhibo algunas células cancerígenas ya no migran”.

Esto implica, abunda, que el compuesto que han desarrollado en la UNAM sea de gran utilidad para el tratamiento de personas a futuro, especialmente aquellas que padecen cáncer que no se encapsula y crece, dispersándose.

Útil para tratamientos dirigidos

Recuerda que llamamos cáncer a varios tipos de problemas médicos que producen la misma sintomatología, crecimiento de células sin control; si se encapsulan son benignos y se pueden extirpar, pero si no lo son, pueden cobrar la vida de la persona.

Hasta el momento, no está bien documentado cuántos tipos de cáncer migran utilizando canales SK3, pero se sabe que varias células cancerígenas tienen la capacidad de hacerlo, por ejemplo, el cáncer de piel, próstata y mama.

Según el Observatorio Global de Cáncer, actualmente en México casi 30 mil mujeres y hombres padecen cáncer de mama y para 2040 la cifra podría aumentar a más de 45 mil; mientras que alrededor de 2 mil personas padecen cáncer de piel y para 2040 la cantidad podría elevarse a 3 mil 400.

Adicionalmente, el investigador precisó que el compuesto es muy estable, por lo que sería muy útil para tratamientos dirigidos. Respecto a otras alternativas, “lo que hace el medicamento es contener para dar tiempo a que otras moléculas puedan prepararse y derrotar al enemigo, eso es lo que hace, podría ser un medicamento de contención”.

El siguiente reto para los investigadores es avanzar hacia las pruebas preclínicas y clínicas para comprobar su correcto funcionamiento. Se requiere de grandes recursos para poder hacer este trabajo y aunque se ha avanzado, aún falta mucho por hacer.