San Francisco de Asís, el santo patrón de los animales

San Francisco de Asís, el santo patrón de los animales
 

San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con solo 44 años de edad. Su figura e influencia en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no tienen fe o no son parte de la Iglesia Católica reconocen en él a una persona extraordinaria.


Hoy es el día de San Francisco de Asís, fundador de la Orden de los Franciscanos. Ejemplo de sencillez, de amor por la naturaleza y por los animalitos; y protector de los más pobres y desvalidos.

Cada 4 de octubre la Iglesia universal celebra a San Francisco de Asís (c.1182-1226), el santo que se unió a Cristo en sus dolores más íntimos, el hombre que se santificó abrazando la pobreza, el santo que reconoció a Dios en la naturaleza.

Sin duda, el Santo de Asís ha sido siempre una figura de inmensa importancia para la Iglesia, y lo sigue siendo hoy. Tan es así que el Papa Francisco decidió tomar su nombre al asumir el pontificado, con el deseo de honrar su memoria y como una forma de pedir su intercesión. En su momento, el Papa lo llamó “hombre de armonía y de paz”.

San Francisco nació en Asís (Italia) en 1182, en el seno de una familia acomodada. Su padre era un rico comerciante y, como mandaba la costumbre, debía ser él el destinado a asumir el negocio familiar.

Francisco, pagado de sí mismo y mientras el tiempo de asumir responsabilidades llegaba, se dedicó a gozar de sus bienes, en medio de la ostentación y las frivolidades.

Para su miseria, no hubo mayores contratiempos en su vida hasta que se vio forzado a ir a la guerra y cayó prisionero. Es verdad que no fue mucho el tiempo que pasó en esa condición, pero su salud empezó a resquebrajarse.

San Francisco de Asís, el santo patrón de los animales

Cercado por el desasosiego, en medio del horror de la guerra y aquejado por la enfermedad, Francisco empezó a escuchar una voz que clamaba desde su interior: “Sirve al amo y no al siervo”.

Su mal estado precipitó el retorno a casa y allí, después de recuperarse, en contacto con la naturaleza y en el re descubrimiento de la oración, poco a poco fue entendiendo que su vida carecía de sentido, estaba vacía. Dios había estado tocando la puerta de su corazón hacía tiempo y recién se daba cuenta.

Francisco, entonces, empezó a hacer cosas “desconcertantes” para sus habituales amigos, impropias de su condición social -más de uno lo creyó loco-: comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, muchos de ellos leprosos.

Luego, la frecuencia de las visitas se incrementó, y aquella gente “repugnante” se convirtió en su nuevo círculo de amigos.

San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con solo 44 años de edad. Su figura e influencia en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no tienen fe o no son parte de la Iglesia Católica reconocen en él a una persona extraordinaria.

Gracias a Dios, buena parte de esa influencia hoy permanece intacta, por ejemplo, en el amor a la naturaleza -creación de Dios- y en el deseo de protegerla; en particular, en el cariño por los animales.